Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

viernes, 8 de agosto de 2014

Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores

Nació en Quito en 1618. Desde los cuatro años quedó huérfana de padre y madre y al cuidado de  su hermana mayor y de su cuñado, quienes la quisieron como a una hija. Desde muy pequeñita demostró una gran inclinación hacia la piedad y un enorme aprecio por la pureza y por la caridad hacia los pobres. Ya a los siete años invitaba a sus sobrinas, que eran casi de su misma edad, a rezar el rosario y a hacer el viacrucis.

Al escuchar un sermón acerca de la cantidad tan grande de gente que todavía no logró recibir el mensaje del Evangelio, dispuso irse con un grupo de compañeritas a evangelizar paganos. Otro día se propuso irse con otras niñas a una montaña a vivir como anacoretas dedicadas al ayuno y a la oración. Ante el fracaso de entrar en la vida religiosa, ella se dio cuenta que Dios la quería santificar quedándose en el mundo. Se construyó en el solar de la casa de su hermana una habitación separada, y allí se dedicó a rezar, a meditar y a hacer penitencia.

Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús: "Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo". Como sacrificio se propuso no salir de su casa sino al templo y cuando alguna persona tuviera alguna urgente necesidad de su ayuda.

Mariana recibió de Dios el don de consejo y así sucedía que los consejos que ella daba a las personas les hacían inmenso bien. A un sacerdote muy sabio pero muy vanidoso le dijo después de un brillantísimo sermón: "Mire Padre, que Dios lo envió a recoger almas para el cielo y no a recoger aplausos de este suelo". Y el padrecito dejó de buscar la estimación al predicar.

Sucedieron en Quito unos terribles terremotos. Un padre jesuita dijo en un sermón: - "Dios mío: yo te ofrezco mi vida para que se acaben los terremotos". Pero Mariana exclamó: - "No, señor. La vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas. En cambio yo no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que cesen estos terremotos". La gente se admiró de esto. Y aquella misma mañana al salir del templo ella empezó a sentirse muy enferma. Pero desde esa mañana ya no se repitieron los terremotos. Por otro lado, una terrible epidemia estaba causando la muerte de centenares de personas en Quito. Mariana ofreció su vida y todos sus dolores para que cesara la epidemia. Y desde el día en que hizo ese ofrecimiento ya no murió más gente de ese mal. Por eso el Congreso del Ecuador le dio en el año 1946 el título de "Heroína de la Patria".


Acompañada por tres padres jesuitas murió santamente el viernes 26 de mayo de 1645. Desde entonces los quiteños le han tenido una gran admiración. Y por su mediación fueron muchos milagros alcanzados, que le permitieron recibir del Papa Pío IX la declaración de beata y del Papa XII la declaración de santa.

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