Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

domingo, 24 de abril de 2011

DOMINGO 24 DE ABRIL

Juan  20: 1 - 9

1
El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.
2
Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
3
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro.
4
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5
Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
6
Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo,
7
y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte.
8
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó,
9
pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.

El apóstol Pablo recalca a los Corintios, en su primera carta, la importancia de tener claro la resurrección de Jesús el Cristo, diciéndoles: “Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco vuestra fe”. Pues es la resurrección de Jesús el Cristo la que pone el sello a todo la predicación y a toda la entrega de Jesús a la Cruz. La resurrección una vez más deja claro que él es el mesías, el Hijo de Dios.
Y nos lo deja claro porque esta resurrección no se había efectuado antes en la historia de ningún hombre. Jesús el Cristo es el primero en resucitar. Recordemos que Lázaro, la hija de Jairo, el hijo de la viuda, entre otros, no resucitaron sino que sus cuerpos fueros reanimados; pues ellos después murieron como todos los mortales. La resurrección es un despertar de la muerte para nunca más morir.  
Teniendo claro estas dos cosas, la resurrección de Jesús es la fuente de nuestra fe y la resurrección es un nacer para nunca morir, podemos ahora medita entorno al evangelio que nos propone la liturgia para este domingo.
Lo primero que podemos percibir es que es una mujer la que descubre esta resurrección, la mujer nuevamente es protagonista en la vida de Jesús. Ella como buena discípula y conocedora de su condición humana, frente al resto de la sociedad, sólo es portadora de una novedad a sus hermanos discípulos. Hoy la mujer no puede olvidar esta gran misión que tiene, ser portadora de buenas noticias de Jesús de Nazaret. Usted mujer tiene el lugar más bello para iniciar esta misión, la familia. Ya sea como hija, como madre, como tía o abuela. Es su deber alimentar la esperanza de los seres más cercanos. Que la confusión, como la de María Magdalena, no las desvíe de tan magna misión. Las confusiones hacen parte de la fe, pero la desesperanza no.
En cuanto a los dos varones, Pedro y Juan, que corren apresurados a comprobar lo dicho por la mujer, vemos dos realidades, dos formas de ver los acontecimientos mesiánicos. Pedro, quien había negado al Señor tres veces, nos muestra a la cabeza de una institución. Es él el que entra primero, a pesar que llega después al lugar, Juan permite y respeta el lugar que tiene Pedro en el grupo de los discípulos.  Pedro, quizá por su negación, se ve más distante, menos apresurado, quizá confundido, quizá temeroso por haber negado al Señor y ahora descubrir que no había en él engaño alguno. Pudiéramos pensar en Pedro como aquellos que tienen cierta dudad de la presencia real de Jesús en el mundo. Es una duda temerosa a equivocarse.
Muy diferente es la actitud de Juan. Él correo más veloz, él llega primero y conserva su lugar, pero sobre todo él “ve y cree”. El amor no tiene duda, el amor solo sabe aceptar lo que su amado dice. El evangelista tiene la delicadeza de recordarnos que Juan era el “que Jesús quería”. Esta actitud de Juan es diferente porque ama con todo su ser; Pedro amaba, también al Señor, pero su corazón guardaba cierta duda. Juan no necesita ver al Señor, todo lo que ve es suficiente para aceptar y creer.
Podremos ahora preguntarnos qué tan grande es nuestro amor por el Señor, con poca fuerza o con mucha. Este evangelio, con el que hacemos memoria que Jesús triunfa ante la muerte, nos lleva a desear también que Jesús resucite en nuestra vida, pues sin saberlo podríamos quedarnos con Jesús en la cruz o Jesús en el sepulcro, pero no con Jesús resucitado. Quien acepta a Jesús resucitado, vive de otra manera, vive con la esperanza del amor, y no olvida que el mal no tiene la última palabra.