Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

martes, 31 de mayo de 2011

“yo creo en Jesucristo pero no en la Iglesia”

Antes de tomar piedras para tirar es necesaria una reflexión de algunas verdades mal interpretadas o mal formuladas, nos es muy fácil tomar decisiones y puntualizar pensamientos sin darnos la molestia de una buena y sana investigación. Por eso yo deseo plasmar en esta respuesta un proceso que es necesario para comprender la Iglesia, no es defender o condenar, es reflexionar:  
v  Jesucristo no es fundador de nada: ni de una comunidad, ni de una iglesia, ni de un grupo predilecto, sencillamente es obediente a su misión. La misión de él es hacía un verdadero cumplimiento de la ley: “no he venido a abolir la ley y los profetas sino a darle cumplimiento” (Mateo 517), una ley que no puede ser hermoseada por un corazón duro: “Moisés les dijo eso porque ustedes tenían un corazón endurecido” (Mateo 198) y por tanto tenía que ser aclarada y argumentada: “Antes se les dijo, yo ahora les digo” (Mateo 521-48). Es la obediencia de Jesús la causante de una división, pues muchos al entender que era necesario desacomodarse prefirieron alejarse, otros que eran conscientes que era necesario un cambio se quedaron y le siguieron; en las palabras de Pedro reconocemos que muchos estaban con el corazón abierto a la novedad de Jesús, “¿A quién iremos? tú tienes palabra de vida eterna”. (Juan 668).
v  Los que siguieron a Jesús son los testigos: “les anunciamos lo que henos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y su Hijo Jesucristo” (1Juan 13). Estos testigos son los que creen que el proyecto de Jesucristo no es una pérdida de tiempo sino que es el verdadero camino hacia la felicidad. Con la idea clara de que el proyecto visto y oído no puede terminar siguen, con la fuerza del Espíritu, en la oración y en el crecimiento de vivir como Jesús de Nazareth.
v  Muchos fueron contagiados de este estilo de vida por eso muchos se adhirieron al grupo de los cristianos. Y como todo grupo humano necesita de lineamientos de orden, necesita de líderes, quienes mejor que los que habían estado y compartido con el Maestro. Pasan los apóstoles a encabezar este grupo humano.
v  Con el pasar de los años se dan cuenta que han formado una comunidad, que ya son muchos, y descubren que son como una qahal pero que el proyecto de Jesús le ha dado un cambio a esa qahal, pues participan niños, mujeres y ancianos, y no discuten solo problemáticas sociales-políticas sino que buscan soluciones desde las enseñanzas del Maestro. Esta nueva iglesia (qahal) con su estructura de orden y de servicios es la que tiene la misión de propagar un proyecto que libera y da felicidad.  
v  Es en esta qahal o Iglesia naciente donde se estructura toda una doctrina, se estructura toda una reflexión teológica, se estructura toda una fe. Los cimientos de nuestra fe en Jesucristo está allí, en la Iglesia, es a la Iglesia que le debemos lo que hoy conocemos y amamos y creemos de Jesucristo. Cuando vemos este proceso podemos descubrir la mano de Dios, es Dios el que se vale para que en negociaciones políticas religiosas la Iglesia cruzara fronteras, para que el mensaje de Jesucristo llegará a todos y a todas partes.
v  La Iglesia, que somos todos los que hemos aceptado este proyecto y lo hemos exteriorizado con  la participación de los sacramentos, no hemos dejado de reflexionar, de meditar, de orar, pues esta Iglesia todavía ve y oye, es decir experimenta, el proyecto de Jesucristo. Es imposible afirmar que “creo en Jesucristo pero no en la Iglesia”, pues si no fuera la Iglesia la que ha, nos ha y  ha amamantará a la humanidad no conoceríamos el proyecto de Jesucristo.
Quiero creer que esa afirmación (“yo creo en Jesucristo pero no en la Iglesia”) es producto de un dolor personal por tantas y tantos miembros de la jerarquía eclesiástica que se han equivocado en su actuar. Pero también quiero puntualizar dos cosas que no puedo pasar por alto; Primera: de la misma manera debería dolernos tantos cristianos no eclesiásticos que cada día van en contra del proyecto de Jesucristo, debería aún más dolernos cada vez que nosotros somos esos cristianos. Segundo: no se puede rechazar una familia completa porque uno de los suyos va en contra del bien común o de los valores establecidos por ellos, un solo individuo causante del mal no puede ser la respuesta negativa que yo dé al resto de los miembros de esa familia. Si nos disgusta alguna actitud negativa de alguno o algunos miembros de la Iglesia debemos ver que no es la Iglesia sino él o ella.
Y por último no puedo escudar mi poco compromiso, mi poco esfuerzo, mi poco deseo de ser mejor cristiano, mi poco amor al proyecto de Jesús, mostrando y rechazando las actitudes negativas de otros. Como dice el refrán popular: Hace más estorbo el que poco ayuda. 
Por: Alejandro Perdomo SDS