Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

jueves, 26 de julio de 2012

La vida en presencia de Dios


El encuentro con Dios se ha convertido en nuestra vida en el espacio en el que podemos hacer una gran lista de solicitudes, necesidades, plegarias y demás. Y en muy pocas ocasiones logramos este espacio para aprender de Dios aceptando su proyecto de vida, que no es otro que el Amor. La vida cristiana no es un agregado a nuestra cotidianidad, no es un casillero más en nuestro tiempo que hay que llenar con diferentes actividades y en distintos tiempos, la vida cristiana es precisamente un ESTILO DE VIDA. Aceptar a Dios, que se reveló plenamente haciéndose hombre, es aceptar que Él tiene algo que decir a nuestra existencia, que cada día que pasa tiene sentido porque Él está con nosotros.  Por ello vivir desde la presencia de Dios es fortalecer la fe, la esperanza y el amor.

Vivir de la fe:

¿Qué es la fe? Es aceptar algo que alguien me dice como verdadero. Por tanto sí decimos tener fe en Jesús ¿por qué no le aceptamos su proyecto de vida? El ser humano que permite que Dios haga parte de su caminar es el que tiene fe, el que sabe aceptar el mensaje evangélico como verdadero. Y tiene presente las palabras de Jesús: “Porque ustedes tiene poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes.” (Mateo 17,20).

Jesús nos llama la atención porque olvidamos fácilmente que tener fe en Él, en su mensaje, es tener fe en las capacidades que hemos recibido de Él, es tener fe en las posibilidades de triunfo que sólo Él nos ofrece, es tener fe en nuestro prójimo que siempre tiene algo que aportarnos, es tener fe en toda la creación que está en nuestro servicio. Vivir de la fe es despertar todos los medios que están en nuestro entorno para que la vida se active de tal manera que alcancemos realizarnos y alcancemos la felicidad.

Vivir de la esperanza:

Al hablar de la esperanza se hace necesario recordar las palabras de Pedro: “Señor ¿a quién iríamos? Tú tienes palabra de vida eterna” (Juan 6, 68). Ya que tener esperanza en Dios es saber que Él nos conduce y nos guía pero sobre todo nos acompaña: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia” (Mateo 28, 20). Aquella fe en la Palabra que se hizo carne (Jesús), que despierta todos los medios que tenemos para alcanzar la realización y la felicidad, está sostenida por la esperanza que nos asegura que Dios está con nosotros todos los días de nuestra historia. No caminamos solos, no luchamos solos, nunca vivimos solos. Invitar a Dios hacer parte de nuestra vida es saber que Él ha respondido a nuestra solicitud positivamente, que Él puso su morada en nuestra existencia.

Vivir del amor:

Pero la riqueza más grande que tenemos para vivir la vida en Dios es el AMOR. San Juan dice “El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor” (1Juan 4,8). De nada nos sirve la fe y la esperanza en nuestra vida si el amor está ausente. Vivir en la presencia de Dios es buscar crecer cada día en el amor verdadero.

El amor no es romanticismo, no es corazones o figuras, el amor no son palabras que el viento se puede llevar, “el amor es paciente y muestra comprensión. El amor no muestra celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajezas ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdurará a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará.” (1corintios 13, 4-8).



La fe firme y la esperanza clara se vislumbran en el amor y el amor en el cumplimiento de lo que nos pide el Señor Jesús: “Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Juan 15, 10). Jesús nos propone algo que Él ya ha vivido, algo que como hombre Él enfrentó y logró alcanzar, por eso es posible lograrlo. Y cuando logremos apasionarnos de Jesús mostraremos al mundo el amor que viene de Dios, entonces tendremos que afirmar con San Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada? Pero no; en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó” (Romanos 8, 35.37).