Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

miércoles, 31 de octubre de 2012

Sacramento de la Confirmación


Objetivo:
                   Descubrir que la CONFIRMACIÓN es aceptar libremente la plenitud del Espíritu Santo para el seguimiento a Cristo y la participación en la Iglesia peregrinante.

Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

El Vaticano II, en el documento Lumen Gentium (Luz de las gentes) No 11, resumen así el sentido de la confirmación:

“Por el sacramento de la confirmación, los fieles se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo y de esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir y defender la fe, con su palabra y sus obras, como verdaderos testigos de Cristo”
Este es el segundo momento en el que los creyentes reafirman su fe y se consagran a la vida cristiana, este es el segundo sacramento que permite visualizar la nueva alianza, la que trasforma la realidad y la vida de los hombre. Este sacramento imprime carácter, en él se confirma el Espíritu Santo recibido en el bautismo que permite visualizar que se está maduro en la fe.

v  Participantes
Obispo:
Es quien preside la celebración, él, en nombre de la Iglesia, acoge a quien libremente desea confirmar su fe en el Señor Jesucristo y en la unidad de la Iglesia, como manifestación del cuerpo místico de Cristo.  Él puede delegar a un presbítero, si fuera necesario (Lucas 22, 31-32).

Confirmado: 
Es el miembro de la Iglesia que libremente y seguro de su madurez de fe se acerca al obispo, representante de la Iglesia local, para pedir se le conceda la gracia de la Presencia del Espíritu Santo, para así seguir a Jesucristo en unión con la Iglesia.

Padrino o Madrina:
Es un miembro de la Iglesia, un varón o una mujer de fe. Él o ella acompañan al confirmado. Es testigo de la fe que proclama el confirmado y se dispone a ser un apoyo para el crecimiento de su ahijado.   

v  Símbolos y Signos
El obispo:
Es el signo de la unidad de la Iglesia universal, ya que él tiene la misión de “vigilar”, de “custodiar la fe”. La palabra Obispo viene del griego episkopoz (epískopos) que significa el vigilante. El obispo trae consigo algunos símbolos que significa su dignidad de representante de Cristo y de su cuerpo, la Iglesia:


    NOMBRE
                  SIGNO


        Mitra
Poder y servicio espiritual. Tiene dos ínfulas (cintas que cuelgan) que nos muestra la ciencia de los dos testamentos bíblicos.


       Báculo
Es el pastor de la comunidad que apacienta, instruye, guarda y defiende. Poseedor de tres tareas: guiar, enseñar y santificar.


       Anillo

El desposorio con la Iglesia local o diócesis. 

       Solideo
Su servicio está manifestado en la presencia a Dios, “solo Dios”.


       Pectoral
Toman y aceptan sobre su espalda, de un modo más comprometido, la cruz de Cristo y de los de su grey.

La unción:
La unción con aceite perfumado es un rito muy antiguo que se realizaba a quienes iban a cumplir una gran misión, por ello la Iglesia católica toma este símbolo para significar la gran misión de hacer visible a Cristo en medio del mundo. La unción en la confirmación significa la unción del Espíritu Santo en orden a practicar la justicia y la santidad, prosiguiendo la misión de Jesús y su Iglesia.

En el sacramento de la confirmación renovamos el deseo de la Santísima Trinidad por hacer visible su reino en el mundo, los apóstoles son impulsados por la fuerza del Espíritu Santo, igual el confirmado debe sentir esa fuerza y salir a entregar a Jesús el resucitado (Hechos 2, 1-13).

Este rito está acompañado de la señal de la cruz, signo de que es el Crucificado el mismo que lo acoge y lo envía a la misión del reino.

La imposición de manos:  
Trasmite el don de Dios, su gracia, su paz y su presencia. Con esta imposición de las manos el obispo transmite el Espíritu de Jesús que es el espíritu que construye el reino. (Hechos 815-17; 196)

Profesión de fe: 
El confirmado renueva la fe que sus padres y sus padrinos, el día de su bautismo, habían prometido custodiar hasta que éste deseará libremente aceptarla y amarla. Libremente el confirmado recibe el Espíritu Santo y desea esforzarse para que el mismo Espíritu actué en su vida cristiana.

Con la proclamación del credo acepta lo que la Iglesia enseña, custodia y ama, y a su vez, acepta también como miembro de la Iglesia, enseñar, custodiar y amar lo que aceptó.  

Enseñanza del encuentro:

Ø  Reconocemos al señor obispo como signo de unidad con la Iglesia universal, quien tiene el deber de enseñar, pastorear y cuidar a su rebaño.

Ø  El sacramento de la confirmación nos une, libre y autónomamente, al Señor Jesús y a su proyecto del reino.

Ø  El sacramento de la confirmación nos une al trabajo comunitario de la Iglesia universal y local. Creemos y aceptamos lo que ella cree y acepta como palabra y proyecto de Dios. 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Sacramento de la Comunión


Objetivo:
                   Encontrar en la  EUCARISTÍA la esencia del cristianismo católico: la unidad del “cuerpo de Cristo” (1Corintios 12, 27) con la cabeza que es Él (Efesios 5, 23).

Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

Aunque en el orden de los sacramentos nos han enseñado que la comunión va en tercer momento del proceso cristiano, debemos tener claro que la comunión es el inicio y el culmen de nuestra realización como cristianos. Estos encuentros fraternos son una tradición de las primeras comunidades cristianas (Hechos 242), ellos le llamaban “fracción del pan” dándole el sentido de compartir, luego se le llamó misa que significa envío, y en nuestros últimos tiempos le llamamos eucaristía, que significa buen don.

El primer nombre que se le dio a estos encuentros, “fracción del pan”, es el más pleno, pues estos encuentros son para compartir, para partir y repartir nuestra experiencia cristiana, nuestro amor fraterno, nuestros bienes y en sí, nuestra vida. Y en ese compartir, el hacer lo tuyo como mío y lo mío como tuyo, formamos el “cuerpo de Cristo”, como signo pleno de la unión nos alimentamos con el misterio eucarístico, todos comulgamos el mismo pan, que es Cristo, de esa manera entendemos que el sacramento se llame comunión.

El alimentarnos de Jesucristo hace posible que formemos un solo cuerpo, como el pan está formado por pequeñas migajas el cuerpo de Cristo se forma con cada uno de los creyentes que comulgan el Cuerpo sacramental de Cristo.   

Hay que tener claro que Jesús mismo nos dejó este misterio redentor, Él teniendo cerca la pasión y muerte se reunió con sus discípulos e instituyo la comunión con su cuerpo y su sangre en la cena pascual (Éxodo 12, 1-14) como signo de la unidad de un solo pueblo. Repasemos los textos bíblicos que relatan esta acción de Cristo: Mateo 26, 26-29; Marcos 14, 22-25; Lucas 22, 15-20; 1Corintios 11, 23-26.

v  Participantes

Sacerdote:
Es quien ha sido válidamente ordenado por la Iglesia Católica que actúa In Persona Christi.

Asamblea: 
Son todos los participantes al encuentro, bautizados y no bautizados, que se unen a la Cabeza de la Iglesia: Cristo y a la comunidad. No son espectadores, son celebrantes.

v  Símbolos y Signos

La comunidad:
La constituyen los fieles que están en comunión entre sí y se unen en la celebración para comulgar con el Cuerpo y la Sangre Eucarísticos de Cristo.  

El presidente:
Nos permite ver que Cristo, cabeza de la Iglesia, está en la acción directa por nuestra salvación, recordemos la oración que hacemos antes de la comunión:
Por Cristo, con Él y en Él
A ti Dios Padre Omnipotente
En la unidad del Espíritu Santo
Todo honor y toda gloria
Por  los siglos de los siglos. Amén


EL altar:  
Representa a Cristo que se encarnado y glorificado, después del sacrificio. También es Cristo que congrega a toda la comunidad en torno al altar para compartir el ágape fraterno.

La Epíclesis:
Es un sustantivo griego (invocación) del verbo griego epikaleo (invocar  o llamar). Se utiliza en la Iglesia para designar el llamado que hace al Espíritu Santo para que venga a santificar. Dentro de la misa hay dos momentos de epíclesis:

1.   Se pide su presencia sobre los dones del pan y del vino: para que Él los transforme en el Cuerpo y Sangre de Cristo (transustanciación); esta petición la subraya el sacerdote extendiendo sus manos sobre los dones y pronunciado las palabras con la claridad y solemnidad que corresponde a los momentos importantes.

2.   Pero más tarde, después del relato, el presidente vuelve a pedir a Dios que envíe su Espíritu: esta vez sobre la comunidad sobre las personas que están aquí presentes, y que van a participar de ese Cuerpo y Sangre de Cristo; pide que el Espíritu transforme a la comunidad: que la lleve a la unidad, que la haga Cuerpo de Cristo, un solo Cuerpo y un solo Espíritu. [1]

El cuerpo:
Nuestro cuerpo expresa lo que sentimos y lo que hemos comprendido de nuestra fe. Y en la eucaristía tenemos muchos momentos en los cuales está involucrado nuestro cuerpo, desde que llegamos realizamos una genuflexión al sacramento eucarístico, como saludo. Y dentro del encuentro tenemos muchos momentos en los que nos expresamos con nuestro cuerpo: nos santiguamos, participamos (parados), escuchamos (sentados), fraternizamos (abrazo o estrechar la mano en la paz) y damos reverencia (arrodillados). Cada momento en los que nos expresamos con nuestro cuerpo son fundamentales y por ende deben ser comprendidos y asimilados.

Los regalos
Gracias a la unidad comunitaria descubrimos tres grandes regalos de Dios para el pueblo: misericordia, sabiduría y alimento.

v  Misericordia: en el encuentro eucarístico tenemos tres momentos en los cuales invocamos la misericordia de Dios; al inicio en el acto penitencial; en la oración que Cristo nos enseñó, Padre Nuestro; y cuando proclamamos que Cristo es el cordero inmolado por nuestros pecados. No con ello negando la  plenitud del sacramento de la reconciliación. Nunca estos momentos remplazan el sacramento de la reconciliación.

v  Sabiduría: cuando vamos al encuentro comunitario, el sacerdote, In persona Christi, nos transmite el mensaje evangélico actualizado y desde nuestra realidad el Señor nos ayuda a construir el quinto evangelio (pues nuestra realidad y nuestro diario vivir tiene que ser una buena nueva para el mundo). La sabiduría de Dios es transmitida en cada encuentro comunitario, Dios nos habla para nuestro mejor vivir.

v  Alimento: toda la celebración es alimento constante, desde que llegamos hasta que salimos. Nos alimentamos de fraternidad, de calor humano, de perdón, del mensaje salvífico y nos alimentamos del amor de Dios en la plenitud del misterio del Cuerpo y la Sangre de Jesús eucaristía. No nos alimentamos de un cuerpo muerto, nos alimentamos de un cuerpo vivo, es Cristo resucitado quien se hace presente en el pan y vino consagrado, no es una presencia simbólica o mítica es una presencia real y viva.

Es un alimento que no debe ser rechazado por ningún cristiano, Cristo se hace alimento para los enfermos no para los sanos; este alimento está muy unido al alimento del perdón, pues cuando estamos reconciliados el alimento eucarístico sobresale en nuestro ser, en nuestra intima relación con Dios, más aún este alimento eucarístico perdona nuestros pecados veniales y nos preserva de los pecados graves[2]. El sacramento de la eucaristía es la plenitud de los sacramentos, no remplaza a ninguno pero concede plenitud a todos. El alimentarnos con el Cuerpo y Sangre de Cristo nos constituye una sola realidad, un solo cuerpo.   

Y cómo una sola verdad estamos unidos en Dios y como Dios estamos llamados a vivir su voluntad, que es el amor. El Romano Pontífice Benedicto XVI afirma frente al fruto de la Eucaristía que: “la ‘mística’ del Sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: ‘El  pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” dice San Pablo (1Corintios 1017)”[3]  



Enseñanza del encuentro:

Ø  Es un encuentro comunitario, que alimenta toda la vida cristiana.

Ø  Descubrimos, comprendemos y nos encaminamos al proyecto de la construcción del Reino de Dios aquí y ahora.

Ø  Celebramos la entrega completa del amor de Dios por el ser humano, el sacrificio de Jesús por la obediencia al Padre.


[1] Aldazabal, José, La Plegaria Eucarística I Catequesis¸ editorial Dossiers CPL, 3era edición, Barcelona, 1988, p. 11
[2] Catecismo de la Iglesia Católica No 1416
[3] Carta Encíclica Deus Caritas Est, Del Sumo Pontífice Benedicto XVI, 2005, Roma, Nro. 14. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Sacramento de la Reconciliación


Objetivo:
                   Descubrir en el sacramento de la reconciliación el amor que Dios tiene por sus hijos, que los acoge y les brinda nuevamente la relación quebrantada por el pecado, retornando la dignidad humana perdida.

Desarrollo del Encuentro:

v  Sentido del sacramento
En los primeros siglos de la Iglesia, no existía la confesión como la vivimos hoy, pero ya en el siglo III los pastores descubren que el mal tenía un poder sobre la voluntad humana, y que ésta recaía en una culpa que no deseaba vivir[1], desfigurando su vida de bautizado. Es así que recordando las palabras del Señor y entrando en oración establecen que la gracia no podía ser vencida por el mal, ya que el amor es mayor a todo mal, que la misericordia de Dios estaba manifestada en las palabras de Jesús el día de su resurrección, narradas por Juan:

“Dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.”
                                                                             (2022-23)

Son estas palabras las fundamentales para aceptar que Jesús les ha encomendado a los apóstoles la gran misión de mostrar a sus bautizados que Dios Trino los acoge cada día que ellos decaen y se alejan de su amor.

El sacramento de la reconciliación es el que nos permite revisarnos y descubrir cuán alejado del amor de Dios estamos. Y nos alejamos del amor de Dios en cuanto ofendemos a uno mismo, a mi prójimo y a Dios. Y ese daño no permite la realización de la esencia humana: comunión con Dios, perdiendo con esto la dignidad de hijo de Dios.

Cada vez que me reconcilio a través del sacramento, recibo la gracia que me da fuerzas para continuar en la búsqueda de la conversión. Al reconocer la necesidad de reconciliarme con Dios nace el dolor del pecado, que no es por el mismo pecado sino porque reconozco que ese acto pecaminoso me atraso, me hizo tener un retroceso de crecimiento.

Es tal la gracia que recibimos con este sacramento, que podemos hacer frente a aquellos pecados que se nos han impuesto[2], y que hacen parte de nuestra vida. Como también de transformar aquellos que libremente he elegido, aun conociendo el proyecto que Dios tiene para el hombre. Recordemos que todo pecado, los impuestos y los elegidos, hace mucho daño al hombre destruyendo su realización y felicidad. El pecado, la tendencia al mal, no es algo innato en el hombre, le viene de afuera. Pero si es innata en el hombre la búsqueda del bien supremo, por eso puede, con gracia de Dios, superar la tentación.

v  Participantes

Sacerdote:
Es el ministro consagrado, medio por el cual Cristo se hace presente, para brindar al pecador la reconciliación. Jesús, cabeza de la Iglesia, absuelve al penitente, es decir le reconcilia consigo mismo, con el prójimo o comunidad y con Dios.

No olvidemos que el fin  último es la salvación y la salvación la concede Dios por medio de Cristo y Cristo por medio de la Iglesia y la Iglesia por medio de los sacramentos. De allí que los confesores son la figura de quien Salva que es Jesús el Cristo. Y Jesús es el juez y el médico, el cual no puede actuar si no escucha. 


Penitente:
Es el bautizado arrepentido, quien busca con humildad aceptar el amor de Dios a través de la reconciliación. Y hablando, diciendo sus culpas, permite que el sacerdote,  in persona Christi, logre juzgar y sanar su alma maltratada por el pecado. 

v  Símbolos y signos

Preparación
El símbolo primero es aquel que el confesor supone ya realizado, una digna preparación del penitente, que consiste en: un correcto examen de conciencia, a la luz de la palabra revelada; un dolor por la ofensa, que no es “un mar de llanto” o un sufrimiento que no deja respirar, sino que es el dolor de saber que me he alejado de la gracia de Dios; el propósito de enmienda, que consiste en buscar la forma de transformar la vida, dejando aquello que me ofende, ofende a otros y a Dios y la oración para pedir la asistencia divina, puede ser:

Espíritu Santo ven en mi auxilio, ayúdame a reconocer mis errores, mis momentos de desobediencia, los momentos en los que me he alejado del Amor infinito de Dios y de la construcción del Reino. Para así decir todos mis pecados a Jesús que quiere escucharme y perdonarme, sanando mi corazón adolorido. Espíritu Santo pido tu luz, Señor Jesús pido tu perdón, Padre pido tus brazos abiertos para acogerme. Y que con tu perdón, Santísima Trinidad,  yo pueda integrarme de nuevo en la comunión de la Iglesia.
                                                                                              Amén

Hablar
El creyente arrepentido y adolorido por su proceder contrario al proyecto del Reino de Dios, habla ante el sacerdote. La culpa necesita ser verbalizada para sanarla, de lo contrario corre el riesgo de que le cause gran daño por dentro.

Cumplir
El que ha sido reconciliado debe cumplir la penitencia otorgada por su culpa.

Estola
La utiliza el ministro consagrado sobre sus hombros, por lo general es de color morado, para este sacramento. Es signo del ministerio sacerdotal, ungido para conceder la gracia que Dios.
Absolución
El ministro consagrado con las manos extendidas sobre el penitente, eleva la oración con la que absuelve los pecados:

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda por el ministerio de la Iglesia, EL PERDON Y LA PAZ. Y yo te absuelvo de tus pecados en el  nombre  ┼ del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
                                   Amén.

Enseñanza del encuentro:

Ø  Es Jesús el Cristo quien reconcilia.

Ø  El sacramento de la reconciliación, restablece la amistad que se había perdido con sí mimo, con los demás y con Dios.

Ø  Este sacramento, es un sacramento que sana y da consuelo.

En la reconciliación nos integramos nuevamente con la comunidad para construir el Reino de Dios.


[1] Romanos 715: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” 
[2] Cuando hablamos de pecados impuestos nos referimos a aquellos pecados que la sociedad, sobre todo el entorno próximo al crecimiento humano, nos ha impuesto, tales pueden ser: la mentira, el hurto, la búsqueda de placeres sexuales, etc. Ya sea por enseñanza o por agresión física.     

NUEVO SUPERIOR GENERAL



Con gran alegría anunciamos a todos nuestros amigos y visitantes la llegada al generalato del Padre Milton Zonta SDS, de la Pronvincia Salvatoriana del Brasil; hoy inicia un periodo de seis años para animar y orientar nuestra Sociedad del Divino Salvador en el mundo entero. 

Los Salvatorianos de la región del Ecuador nos sentimos muy agradecidos por la gracia que nos ha dado el Espíritu Santo en nuestra comunidad. Y desde luego por la intercesión de la Santísima Virgen María, de nuestro Venerable Padre fundador Francisco Jordán SDS y la Beata María de los Apóstoles, la primera Salvatoriana, para que nuestra labor salvadora sea pura acción de nuestro Señor Jesucristo. Sabemos la gran necesidad que tenemos de orar mucho para que Dios continúe regalándonos su luz y nos muestre el camino. 

Una vez más afirmamos con fuerza las palabras del Padre Fundador: NINGÚN SALVATORIANO DESCANSARÁ HASTA QUE TODOS CONOZCAN, AMEN Y SIRVAN AL DIVINO SALVADOR"

Ahora queremos compartir algunas fotografías junto al Padre Milton SDS, nuevo Superior General, cuando nos visitó siendo el encargado de la formación a nivel mundial. 

P. Milton Zonta SDS
Superior General Sociedad del Divino Salvador

P. Milton SDS, Superior General
P. Wilson SDS, Animador Regional











Junto al P. Bernardo SDS

Junto a los Laicos Salvatorianos Ecuador 

Junto algunos Jóvenes Salvatorianos Ecuador


Junto a los Formandos Ecuador



miércoles, 10 de octubre de 2012

Sacramento del Bautismo


Objetivo:
                   Descubrir en el sacramento del bautismo que Dios nos elige y nos llama desde nuestros primeros días a vivir en su presencia para alcanzar la santidad.

Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

El origen del sacramento del bautismo cristiano católico radica en el envío de Jesús a sus apóstoles:

Por tanto, vayan, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado; y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo
Mateo 2819-20

La riqueza espiritual que han recibido los apóstoles es para compartirla, para entregársela a muchos; es a través de la misión apostólica como Jesús se extiende en la historia como las ondas sanadoras y redentoras de todos los hombres. El bautismo es su primera acción.  

Lo primero que podemos descubrir en el bautismo de los niños es que Dios nos elige, que él nos llama, que desea que estemos en su presencia, desde nuestra tierna edad. Las sagradas escrituras nos han mostrado siempre la elección de Dios, recordemos a Moisés, a Abraham, a Salomón, a Jeremías, a Juan el bautista, a María, a los apóstoles y a tantos otros que siguieron y se adhirieron a la vida cristiana (Juan 112-13). Dios nos ama primero y por eso nos concede su Santo Espíritu (Marcos 1, 8) convirtiéndonos en sus hijos, así se obtiene el nacimiento espiritual (Juan 3, 1-7). Y al ser hijos de Dios somos purificados de todo pecado (Tito 35), de esta manera se nos imprime carácter incorporándonos en la Santa Iglesia católica, con la que formamos el Cuerpo de Cristo (Hechos 241-42), quedando sellados en la universalidad cristiana. 


Bellamente exhortaba San Gregorio de Nisa, en una de sus homilías, “El hombre cuando es adoptado por Dios sobrepasa su naturaleza: de mortal se hace inmortal, de perecedero imperecedero, de efímero eterno, de hombre se hace dios”.

v  Participantes
Sacerdote:
Es quien preside la celebración, él, en nombre de la Iglesia, acoge al niño y le muestra el amor de Dios.  

Bautizado:
Es quien fue elegido por Dios para estar en su presencia desde la comunión de la Iglesia, y quien al recibir el sacramento del bautismo obtiene el sello del Espíritu santo. 
    
Padres:   
Son miembros de la Iglesia que al vivir la fe en Jesucristo han descubierto el amor de Dios y saben que Dios tiene amor infinito para amar a muchos. Desean que su hijo(a) reciba este amor.

Padrinos:
Son miembros de la Iglesia que también han experimentado el amor de Dios y desean acompañar a los padres en la educación de la fe. Tienen la obligación de orientar a los padres que se dejan seducir por el mundo y olvidan su deber paternal o maternal. Y en caso que faltasen los padres ellos asumirían la potestad de su ahijado. 

Pueblo: 
Son el resto de participantes de la celebración, en ellos reconocemos a la Iglesia universal. Todos, conocedores del amor de Dios, acogen al nuevo miembro de la gran familia cristiana, al nuevo hermano.

v  Símbolos y Signos

La comunidad:
Siendo una alegría para toda la familia cristiana, este sacramento se debe realizar en la presencia de algunos miembros de la Iglesia. El sacerdote realiza la señal de la cruz en la frente del niño e invita a que padres y padrinos hagan lo mismo, esto es signo de que es bien recibido por la comunidad cristiana. 

El cuestionario:
Los padres y padrinos, después de proclamar con la comunidad la profesión de fe (credo), son interrogados: “¿Desean padres y padrinos bautizar a su hijo(a) en la fe que todos acabamos de profesar?” La respuesta a este interrogante es fundamental para conocer el deseo de los padres y padrinos. La segunda da sentido a lo que han contestado: “¿se comprometen a ayudar a N. N. para que siga creciendo en la fe cristina?”

Las letanías:
Es el momento en el que recordamos la unidad de la Iglesia peregrinante con la Iglesia celestial. Nombramos a la corte celestial encabezada por la Bienaventurada Virgen María y seguida de los santos más conocidos del lugar, terminando con el nombre del niño que es bautizado. Recordar a estos santos es para la Iglesia recordar que sí se puede vivir en la presencia del Señor, gozando desde aquí de todos los bienes celestiales.

El agua:
El símbolo del agua nos significa la purificación. El agua debe ser derramada sobre la cabeza o el niño puede ser sumergido y se debe decir: “N.N. yo te bautizo en nombre del Padre del Hijo del Espíritu Santo, Amén.”. 

Existen también dos posibles bautismos, el de sangre, que consiste en aquellas personas que por diferentes motivos no pueden ser bautizadas y mueren a causa de la fe. O de deseo, que pueden ser aquellos que impulsados por la gracia, sin conocer a Cristo ni a la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad como también aquellos adultos que desean bautizarse y en el catecumenado muere.

La unción
Con la unción se significa la elección que Dios hace del niño para que viva como sacerdote (celebra), profeta (anuncia) y rey (gobierna).

Sacerdocio común: a partir de este momento el nuevo integrante de la familia cristiana debe entrar en la alegría de la celebración de fe. Su primer misión es “celebrar la vida”, primeramente con la orientación de sus padre y luego con sus propias decisiones. Como también se une a las celebraciones de la comunidad cristiana, todo acto litúrgico que la Iglesia viva en su fe: Eucaristía, Exposición del Santísimo, Rosarios, Novenas, Peregrinaciones, etc.
Profeta: es misión de todos los bautizados anunciar el mensaje de salvación, entregado en la persona de Jesús el Cristo. Procurando hacer vida lo que está predicando.  

Rey: ser rey es tener la potestad de gobernar, sabemos que un niño no toma decisiones, pero en compañía de sus padres y padrinos el bautizado debe aprender a discernir el bien en medio del mal que el mundo puede ofrecerle. Constituyéndose en una persona libre.

La vestidura blanca:
Signo de la pureza que recibe por ser hijo de Dios.

El cirio encendido
Signo de la luz de Cristo que guiará al bautizado. Todos, padres, padrinos y si se puede el bautizado, toman el cirio y reciben el compromiso para que esa luz permanezca siempre encendida con la misma intensidad.

Oración conclusiva:
En la cual se da gracia a Dios por una vez más manifestar su amor, y solicitándole que derrame el Santo Espíritu en el nuevo miembro de la Iglesia.  

Enseñanza del encuentro:

Ø  El sacramento del Bautismo nos concede la gracia del Espíritu Santo haciéndonos hijos de Dios, purificándonos del pecado original e incorporándonos a la vida de la Iglesia.

Ø  El Bautismo es la semilla de la fe (que es la gracia) que hay que seguir cultivando en vida de comunidad.

Los padres y padrinos reciben el compromiso de cultivar la gracia recibida por su hijo y ahijado.