Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

jueves, 6 de octubre de 2011

El Infierno

Algunas reflexiones y mucha iconografía (imágenes) nos han ofrecido una idea errónea de la verdadera doctrina de la Iglesia frente al infierno. Lo primero que debemos tener claro es que el infierno es una realidad en la fe de la Iglesia, a la luz de los escritos neo-testamentarios, pues ya seres celestiales le han dicho no a la Trinidad.
El infierno es otro posible estado en el que nos podemos encontrar después de la muerte. Es un estado de tristeza y angustia eterna por no tener la posibilidad de contemplar a la Trinidad. Siendo la relación de personas, Dios con el hombre, el fin último de toda la humanidad, al no cumplir tal fin no puede existir otra cosa más que el sufrimiento y la tristeza eterna. Bien lo afirmaba San Agustín: “Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón no descansará hasta reposar en ti”.
Llegar a este estado “infernal” solo es posible en la negación definitiva del amor misericordioso de Dios, el rechazo libre y firme de la comunión con Dios y con su proyecto del Reino. Si alguien se encuentra en este rechazo definitivo del amor de Dios, debe tener en cuenta que por su condición de rechazo no puede acercarse a la verdad plena de la Trinidad, pues tal pureza puede destruir su ser fulminantemente. Es el gran amor de Dios, precisamente, el que no permitiría que llegáramos a su presencia para ser fulminados. Dios no quiere sino nuestra salvación, pero no violenta nuestra libertad, por tal razón Él no es quien nos condena, es quien nos salva cada día con el mensaje evangélico y nos brinda la Iglesia para que a través de los sacramentos recibamos su gracia.