Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

martes, 31 de mayo de 2011

“yo creo en Jesucristo pero no en la Iglesia”

Antes de tomar piedras para tirar es necesaria una reflexión de algunas verdades mal interpretadas o mal formuladas, nos es muy fácil tomar decisiones y puntualizar pensamientos sin darnos la molestia de una buena y sana investigación. Por eso yo deseo plasmar en esta respuesta un proceso que es necesario para comprender la Iglesia, no es defender o condenar, es reflexionar:  
v  Jesucristo no es fundador de nada: ni de una comunidad, ni de una iglesia, ni de un grupo predilecto, sencillamente es obediente a su misión. La misión de él es hacía un verdadero cumplimiento de la ley: “no he venido a abolir la ley y los profetas sino a darle cumplimiento” (Mateo 517), una ley que no puede ser hermoseada por un corazón duro: “Moisés les dijo eso porque ustedes tenían un corazón endurecido” (Mateo 198) y por tanto tenía que ser aclarada y argumentada: “Antes se les dijo, yo ahora les digo” (Mateo 521-48). Es la obediencia de Jesús la causante de una división, pues muchos al entender que era necesario desacomodarse prefirieron alejarse, otros que eran conscientes que era necesario un cambio se quedaron y le siguieron; en las palabras de Pedro reconocemos que muchos estaban con el corazón abierto a la novedad de Jesús, “¿A quién iremos? tú tienes palabra de vida eterna”. (Juan 668).
v  Los que siguieron a Jesús son los testigos: “les anunciamos lo que henos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y su Hijo Jesucristo” (1Juan 13). Estos testigos son los que creen que el proyecto de Jesucristo no es una pérdida de tiempo sino que es el verdadero camino hacia la felicidad. Con la idea clara de que el proyecto visto y oído no puede terminar siguen, con la fuerza del Espíritu, en la oración y en el crecimiento de vivir como Jesús de Nazareth.
v  Muchos fueron contagiados de este estilo de vida por eso muchos se adhirieron al grupo de los cristianos. Y como todo grupo humano necesita de lineamientos de orden, necesita de líderes, quienes mejor que los que habían estado y compartido con el Maestro. Pasan los apóstoles a encabezar este grupo humano.
v  Con el pasar de los años se dan cuenta que han formado una comunidad, que ya son muchos, y descubren que son como una qahal pero que el proyecto de Jesús le ha dado un cambio a esa qahal, pues participan niños, mujeres y ancianos, y no discuten solo problemáticas sociales-políticas sino que buscan soluciones desde las enseñanzas del Maestro. Esta nueva iglesia (qahal) con su estructura de orden y de servicios es la que tiene la misión de propagar un proyecto que libera y da felicidad.  
v  Es en esta qahal o Iglesia naciente donde se estructura toda una doctrina, se estructura toda una reflexión teológica, se estructura toda una fe. Los cimientos de nuestra fe en Jesucristo está allí, en la Iglesia, es a la Iglesia que le debemos lo que hoy conocemos y amamos y creemos de Jesucristo. Cuando vemos este proceso podemos descubrir la mano de Dios, es Dios el que se vale para que en negociaciones políticas religiosas la Iglesia cruzara fronteras, para que el mensaje de Jesucristo llegará a todos y a todas partes.
v  La Iglesia, que somos todos los que hemos aceptado este proyecto y lo hemos exteriorizado con  la participación de los sacramentos, no hemos dejado de reflexionar, de meditar, de orar, pues esta Iglesia todavía ve y oye, es decir experimenta, el proyecto de Jesucristo. Es imposible afirmar que “creo en Jesucristo pero no en la Iglesia”, pues si no fuera la Iglesia la que ha, nos ha y  ha amamantará a la humanidad no conoceríamos el proyecto de Jesucristo.
Quiero creer que esa afirmación (“yo creo en Jesucristo pero no en la Iglesia”) es producto de un dolor personal por tantas y tantos miembros de la jerarquía eclesiástica que se han equivocado en su actuar. Pero también quiero puntualizar dos cosas que no puedo pasar por alto; Primera: de la misma manera debería dolernos tantos cristianos no eclesiásticos que cada día van en contra del proyecto de Jesucristo, debería aún más dolernos cada vez que nosotros somos esos cristianos. Segundo: no se puede rechazar una familia completa porque uno de los suyos va en contra del bien común o de los valores establecidos por ellos, un solo individuo causante del mal no puede ser la respuesta negativa que yo dé al resto de los miembros de esa familia. Si nos disgusta alguna actitud negativa de alguno o algunos miembros de la Iglesia debemos ver que no es la Iglesia sino él o ella.
Y por último no puedo escudar mi poco compromiso, mi poco esfuerzo, mi poco deseo de ser mejor cristiano, mi poco amor al proyecto de Jesús, mostrando y rechazando las actitudes negativas de otros. Como dice el refrán popular: Hace más estorbo el que poco ayuda. 
Por: Alejandro Perdomo SDS

sábado, 28 de mayo de 2011

DOMINGO 29 DE MAYO

Juan  14: 15 - 21

15
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos;
16
y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre,
17
el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros.
18
No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.
19
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis.
20
Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.
21
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»



En el evangelio Jesús nos invita a tener certeza y confianza que él nos enviara el Espíritu santo, el cual será nuestro defensor. Este espíritu santo nos debe llevar a vivir en un continuo deseo de hacer comunidad de creyentes en el amor y la fraternidad y luego en la certeza de que  podremos  vivir los acontecimientos de nuestra historia desde la esperanza.
Por ellos dejemos que el Espíritu Santo que lo hemos recibido desde nuestro bautismo nos ayude a vivir en verdad, verdad que nos haga pecases  de vivir la fe con totalidad, buscando agradar a Dios, buscando hacer presente el reino de Dios , evitando llenarnos del espíritu del mundo.
Pues lo de Dios es verdad y verdad desde el amor y la fe y no el engaño como es este mundo egoísta y en muchas ocasiones falso y violento.
 Pidamos que este Espíritu de la verdad se haga presente hoy más que nunca, ya que muchos valores están siendo  desvirtuados por malas ideologías y falsas teorías.
Este Espíritu de la verdad  vivido y experimentado en cada cristiano desde la capacidad  de ser coherente y testimonial, será capaz de vencer las falsas esperanzas, las vanas verdades dadas desde el egoísmo y aun mas los falsos dioses que nos   quieren imponer.
La verdad se descubre  desde un corazón confiado en Dios y desde una apertura a vivir en fraternidad con el otro, con mi hermano, es allí donde la verdad se responde y se hace presente.

jueves, 26 de mayo de 2011

Conferencia del Sr. John Rick Miller

El Ecuador ha contado con la presencia del señor John Rick Miller, es un misionero laico católico  comprometido con la evangelización. “En el año 2009, el Sr. Miller estableció la organización internacional ‘Por el Amor de Dios en Todo el Mundo’ y hoy nos visita para renovar el amor en nuestros corazones e invitarnos a actuar por nosotros mismo, nuestras familias y nuestro país”, afirman los organizadores de las conferencias en el Ecuador. Esta visita al país contó con tres conferencias en la ciudad de Quito, y una de ellas aconteció en la Parroquia San Pedro de Cumbayá, el día miércoles 25 de mayo de 2011, a las 19:00 h.
Muy puntual el Sr. Miller llegó al templo parroquial, y con un corto saludo dio inicio a la conferencia que escucharían más de 400 fieles congregados para este fin. Con una postura corporal única y el rostro muy sobrio acompañado de la mirada panorámica, expuso a los oyentes el mensaje que deseaba entregar.
La primera afirmación de su conferencia fue quizá para motivar el centro del mensaje que quería dejar en los corazones de los sedientos de Dios, dijo: he estado en el Ecuador algunos días y he sentido dos cosas, existe mucha ira, desde la política; pero me alegra que también hay mucha fe. Con esta idea prosiguió con el mensaje explícito que venía a entregar, todos deben comprender que son hijos de Dios, no se puede rechazar la identidad que se nos ha dado. Para este laico comprometido, la fuente de combatir la ira está en reconocer que somos hijos de Dios. Insistió mucho que valoremos la herencia que nos han entregado nuestros antepasados, la fe. Esa fe heredada es la fuente del amor, pues es una fe cimentada en Dios; y no se puede servir a dos señores, en un momento somos hijos de la luz y en otro hijos de las tinieblas, recalcó mucho en esta dualidad cristiana, en la que se puede vivir. E invitó a que los ecuatorianos viviésemos como hijos de la luz cada día.
Y ser hijos de la luz equivale a que aceptemos nuestros propios errores y equivocaciones, por ello se hace necesario la oración por los gobernantes del país, pues es la única manera que como pueblo ecuatoriano podemos brindar una mano a la estabilidad política del país. “No son ellos, soy yo”, decía con mucha fuerza. La necesidad de mirar el interior personal para ayudar y no mirar al otro para ser causa de división.
En su conferencia, que tuvo una duración de 50 minutos, realizó cuatro momentos de corta oración. Motivando para que los asistentes hablaran con el Padre Bueno y le manifestarán lo lejos que han estado de su presencia, que pidieran que Él regrese a sus hogares y a sus vidas.
Luego de estas exhortaciones, de unidad, de fe firme, de seguimiento al Señor, de respaldo a la Iglesia católica, el Sr. John Miller nos compartió lo que dice la reflexión científica de las estrellas que se encuentran en el manto de la imagen de la Virgen de Guadalupe, él decía que esas estrellas son notas musicales, que en esta aparición al indígena San Diego la alegría celestial acompañó a la Santísima Virgen María y cantaban con gran gozo. Nos compartió el audio de esta bella armonía musical. Esta fue su última intervención en esta conferencia y en la ciudad de Quito.
Estas palabras alentadoras, y con el peso del deseo de Dios, ayudan a que todos tomemos consciencia de nuestra verdad como hijos de Dios, y como participes de un país mejor y distinto al que hemos construido. Dios bendiga al Ecuador.                

viernes, 20 de mayo de 2011

DOMINGO 22 DE MAYO

Juan  14: 1 - 12

1
«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
2
En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
3
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.
4
Y adonde yo voy sabéis el camino.»
5
Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
6
Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.
7
Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
8
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
9
Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?
10
¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.
11
Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.
12
En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.



Apreciados hermanos el evangelio de hoy nos deja claro la unidad que existe en la Santísima Trinidad, nombre que los santos padres le han dado al Dios de los cristianos, pues Dios se ha revelado en su verdad de tres personas. Jesús es muy claro en decirle a sus apóstoles creed en mi Padre, pero también creed en mí, y hace esta invitación por la misma fuerza que le concede el Espíritu Santo. Primera invitación que nos hace el evangelio hoy es aprender a amar y conocer la Santísima Trinidad.
De todas maneras no podemos amar y conocer a la Santísima Trinidad, si no nos adentramos en la vida de Jesús de Nazaret, bien narrada en los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).  Es Jesús el único que nos puede llevar a la gloria eterna. Él, que es el “camino, la verdad y la vida”, Él desvela el misterio del hombre haciéndose hombre. Sólo Jesús nos puede decir con toda verdad que es el hombre, a qué está llamado, cuál es su misión, qué puede lograr.
No podemos llegar a la verdad de Dios si no logramos llegar a la verdad propia, a nuestra verdad.  Desvelar el misterio de Dios empieza en el desvelar el misterio del hombre. Y en el Dios hecho Hombre logramos desvelar estos dos misterios, por Jesús es desvelada la verdad de Dios y la verdad del hombre. Que nuestra vida no pase en el desconocimiento de la verdad, estando constantemente unidos a Jesús de Nazaret. Qué Jesús no tenga que decirnos, como a Felipe, “Tanto tiempo conmigo y aún no me conoces”. Desconocer a Jesús es desconocer lo que nos vino a revelar, al Dios y al hombre.
Queridos hermanos acérquese cada día más al evangelio para conocer a Jesús, pues cada paso que damos en este conocimiento es un paso que damos a la mansión que Él nos tiene preparada. Hay que creer firmemente que Jesús es el “camino, la verdad y la vida”, y que es la misma verdad que el Padre junto al Espíritu Santo.

martes, 17 de mayo de 2011

SÉ SACRIFICIO Y SACERDOTE PARA DIOS

Os exhorto por la misericordia de Dios. Pablo, o, mejor dicho, Dios por boca de Pablo, nos exhorta porque prefiere ser amado antes que temido. Nos exhorta porque prefiere ser padre antes que Señor. Nos exhorta Dios, por su misericordia, para que no tenga que castigarnos por su rigor.
Oye lo que dice el Señor: «Ved, ved en mí vuestro propio cuerpo, vuestros miembros, vuestras entrañas, vuestros huesos, vuestra sangre. Y si teméis lo que es de Dios, ¿por qué no amáis lo que es también vuestro? Si rehuís al que es Señor, ¿por qué no recurrís al que es padre?
Quizás os avergüence la magnitud de mis sufrimientos, de los que vosotros habéis sido la causa. No temáis. La cruz, más que herirme a mí, hirió a la muerte. Estos clavos, más que infligirme dolor, fijan en mí un amor más grande hacia vosotros. Estas heridas, más que hacerme gemir, os introducen más profundamente en mi interior. La extensión de mi cuerpo en la cruz, más que aumentar mi sufrimiento, sirve para prepararos un regazo más amplio. La efusión de mi sangre, más que una pérdida para mí, es el precio de vuestra redención.

Venid, pues, volved a mí, y comprobaréis que soy padre, al ver cómo devuelvo bien por mal, amor por injurias, tan gran caridad por tan graves heridas.»
Pero oigamos ya qué es lo que nos pide el Apóstol: Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos. Este ruego del Apóstol promueve a todos los hombres a la altísima dignidad del sacerdocio. A presentar vuestros cuerpos como hostia viva.

Inaudito ministerio del sacerdocio cristiano: el hombre es a la vez víctima y sacerdote; el hombre no ha de buscar fuera de sí qué ofrecer a Dios, sino que aporta consigo, en su misma persona, lo que ha de sacrificar a Dios; la víctima y el sacerdote permanecen inalterados; la víctima es inmolada y continúa viva, y el sacerdote oficiante no puede matarla.

Admirable sacrificio, en el que se ofrece el cuerpo sin que sea destruido, y la sangre sin que sea derramada. Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva.
Este sacrificio, hermanos, es semejante al de Cristo, quien inmoló su cuerpo vivo por la vida del mundo: él hizo realmente de su cuerpo una hostia viva, ya que fue muerto y ahora vive. Esta víctima admirable pagó su tributo a la muerte, pero permanece viva, después de haber castigado a la muerte. Por esta razón, los mártires nacen al morir, su fin significa el principio, al matarlos se les dio la vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra.
Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa. Es lo que había cantado el profeta: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo.
Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio.

Lo que pide Dios es la fe, no la muerte; tiene sed de tu buena intención, no de sangre; se satisface con la buena voluntad, no con matanzas.
De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo
(Sermón 108: PL 52, 499-500)

viernes, 13 de mayo de 2011

DOMINGO 15 DE MAYO

Juan  10: 1 - 10

1
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador;
2
pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.
3
A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera.
4
Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
5
Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
6
Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
7
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.
8
Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon.
9
Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto.
10
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.





El Evangelio de hoy nos plantea un tema bien interesante: el pastor y las ovejas. Desde el oficio de pastores en el contexto  de los campos, podemos pensar, sin faltar al respeto a quienes tienen este oficio, que generalmente son personas, digna, honradas, sencillas pero carentes de educación. Saben su oficio de cuidar el rebaño.
En cuanto a las ovejas, pocas o muchas, son “un rebaño” que se maneja por instinto de conservación, y van unas de otras de otras.
Jesús nos plantea desde este Evangelio una perspectiva muy novedosa: Tiene, no un “rebaño anónimo”, sino un  “aprisco personalizado”. El pastor conoce  las ovejas por su nombre y ellas lo conocen y atienden su voz y no le hacen caso a la voz de un extraño. El las saca por la puerta y camina delante de ellas
Jesús  es el Buen Pastor. Es el Maestro. El conoce a cada uno por su nombre y se dirige a cada uno desde su propia historia. Su voz nos da confianza y desde el ejercicio de nuestra libertad, a veces mal utilizada, nos busca cuando nos perdemos por camino equivocados.
Él mismo se identifica como camino, COMO LA PUERTA, por donde hay que entrar. Por eso  nos habla de que hay otros que no son puerta segura. Son los ladrones, los que  vienen a sembrar el desconcierto y  hacer estragos.
Antes de su ascensión al cielo, Jesús ha dejado a sus Apóstoles la misión de ser pastores para continuar con el encargo de vigilar la comunidad. La Iglesia desde la ministerialidad, desde el Papa hasta el último ministro ordenado, tiene la misión de ser pastores a la manera de Jesús. Que conozcan a sus “ovejas” que las cuiden  que las amen y que hasta sean capaces de dar la vida por ellas. Tenemos que pedir al PASTOR SUPREMO  que suscite en nuestras comunidades BUENOS Y SANTOS PASTORES.

domingo, 8 de mayo de 2011

MARÍA LA MADRE

Nos encontramos en el mes en el que resaltamos la figura de la madre, de la mujer que se entrega enteramente a la misión de educar y fortalecer a la Iglesia doméstica, el hogar. Y quién mejor que la madre de Dios nos puede hablar de esa misión y de ese compromiso para construir una sociedad más justa y más centrada en la verdad.
La Virgen María, es quién aceptando en su seno que la verdad se encarnará hace posible que toda la humanidad tenga claro y tenga el prototipo de humanidad que debemos construir. Cuando María en la obediencia proclama: “Hágase en mí según has dicho” (Lucas 138) hace que la historia de la humanidad tome otro rumbo, hace posible que se inserte en la realidad del hombre la esperanza quizás perdida. Cada vida es una trasformación de la sociedad que inicia en la familia. Es así que cada vez que la mujer acepta la llegada de un hijo, hace presente la esperanza entregada por Jesús de Nazaret.
La esperanza que se va forjando en el proceso del crecimiento, recordemos lo que dice el evangelista Lucas, cuando María y José encuentran a Jesús que se había perdido en el templo: “Bajo con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres” (151-52). Misión de los padres educar y trasmitir la fe que han recibido. Pero no olvidemos que la madre está siempre más cerca de los hijos, es María la primera que trasmite su fe, su esperanza y su amor, en el Dios que es fiel a sus promesas. La madre tiene la misión de educar y trasmitir lo que cree, para entregar al mundo y a la Iglesia varones y mujeres comprometidos y comprometidos a construir el Reino de Dios en medio de los hombres.
Pero la buena madre, la madre que se entrega a su misión nunca abandona a sus hijos, están siempre presentes para escuchar y sobre todo para acompañar. María silenciosa junto a la cruz nos habla de la fidelidad que ha entrega al proyecto de Dios. Ella nos enseña que no se puede perder la esperanza, que cuando se ha obrado bien, a la luz del evangelio, Dios no tarda en actuar. La confianza de María, es en sí la confianza en sí misma por haber sido obediente a la voz de Dios.
Apreciados hermanos y hermanas, la presencia de María en nuestra fe es fundamental e indispensable, no porque sea una diosa, sino porque es una verdadera discípula de su hijo Jesús el Cristo. Es su discipulado el que admiramos y queremos imitar, cada día que nos acercamos a ella podríamos escuchar: “Hagan lo que Él les diga”(Lucas 25).
Con estas palabras referentes a María, queremos decirles a todas las madres GRACIAS, por: su entrega, por su compromiso, por su amor, por su generosidad, por su servicio, por ser lo que son…

Por: Alejandro Perdomo SDS

sábado, 7 de mayo de 2011

DOMINGO 08 DE MAYO

Lucas  24: 13 - 35

13
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén,
14
y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
15
Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;
16
pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
17
El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18
Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»
19
El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;
20
cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
21
Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
22
El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro,
23
y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.
24
Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25
El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!
26
¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»
27
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
29
Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.
30
Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
31
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
32
Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos,
34
que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»
35
Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.



«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»  …. Fueron las palabras de los dos discípulos cuando habían reconocido que el peregrino que iba con ellos por el camino y con quien habían compartido el pan, era el mismo Jesús, el cual había resucitado.
Fue desde el dialogo con Jesús, es decir desde el encuentro con la Palabra en el que los discípulos fueron sintiendo que en esas “palabras” había algo especial que impulsa a seguir escuchando, es por ello que cuando el peregrino intenta seguir su camino, los dos hombres le invitan a quedarse con ellos, pues “está atardeciendo y del día va de caída”.
Hay momentos en nuestras vidas en las que sentimos que la oscuridad llega o se acerca, “atardece y el día cae”. Al igual que los discípulos, que sentían oscuridad en sus vidas, y que su esperanza caía; al encontrarse con la Palabra hecha carne, el mismo Jesús, y que con sus propias palabras al explicarles las escrituras hizo que ardieran sus corazones, así mismo hoy, la palabra nos invita a redescubrir el mensaje de salvación que existe en el encuentro y escucha de la Palabra Divina.
Pues, es en la apertura a la escucha de la Palabra en la que podemos reencontrar sentido a nuestras vidas y alimentar nuestra esperanza. Pero también, al encontrarnos con Jesús en la Eucaristía que se parte y comparte, nuestros ojos se abren y reconocemos aún más y mejor que el Resucitado está presente para darse en Palabra de Vida, en su Cuerpo y Sangre, alimento que nos sana.
Queridos hermanos, la invitación es a que nos dejemos interpelar por la Palabra que siempre es viva y actuante, el Señor siempre tiene algo que decirnos, por eso les invito que al igual que los discípulos de Emús sintieron el ardor de sus corazones al escuchar a Jesús, hoy también lo sigamos escuchando y compartiendo en cada eucaristía y en cada encuentro que tengamos a diario con quienes caminan junto a nosotros.
Permite que tu corazón arda, que se apasione y te disponga a seguir caminando como el peregrino que camina hacia la felicidad compartiéndola siempre con quienes se encuentra en la cotidianidad de su vida, compartiendo el pan de la palabra y el pan corporal, que se integran siempre en cada una de nuestras vidas.