Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sacramento de la Unción


Objetivo:
                   Descubrir que en el dolor o en la aflicción Dios no nos desampara, y que nosotros podemos unirnos al dolor de Cristo en la cruz con nuestro dolor. 
      
Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

"¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometidos pecados, le serán perdonados" (Santiago 5,14-15).

Santiago muestra a la comunidad cómo actuar frente a un enfermo, cómo poder mostrarle que Dios lo acompaña en su dolor. Pues la Iglesia desde sus orígenes tiene clara esta misión, el mismo Jesús el Cristo la envió por medio de los primeros discípulos, y ellos:

“ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”
Marco 613

Por tanto el sacramento de la unción, como todos los sacramentos, nacen de la tradición evangelizadora de Jesús y sus apóstoles. Cuando ellos ungían entregaban al creyente la gracia de Dios, les concedía paz y ánimo para sobrellevar el dolor; les concedía el perdón de sus pecados; les concedía la sanación y les preparaba para llegar a la gloria de Dios. De la misma manera actúa el ministro consagrado hoy.

Este es un sacramento que se puede repetir más de una  vez, es conferido a los que están gravemente enfermos o en la vejez. La Iglesia no tiene limitaciones para quienes lo desee recibir sin estar enfermos o en la vejez; pero es más significativo en estos momentos.
  
v  Participantes

Sacerdote:
Estando el presbítero con todas las facultades ministeriales, es el único que puede conferir el sacramento de la unción.

Enfermo(a) o anciano (a):
Es el creyente bautizado que consciente o inconsciente, con capacidades físicas o sin ellas, recibe la unción.

v  Símbolo y Signo

Óleo:
El jueves santo el obispo bendice el santo óleo que se utiliza en el sacramento de la unción. El ministro que conceda este sacramento unge al enfermo o anciano en la frente y en las manos, mientras recita la oración:

Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo para que libre ya de los pecados, te salve y te alivie por su benignidad.
                                                                                   Amén

Enseñanza del encuentro:

Ø  El sacramento de la unción puede ser recibido por todos, en especial por los enfermos(a) y los ancianos(a).

Ø  Corresponde al presbítero o al obispo conceder este sacramento. Ya que en él quedan perdonados los pecados y el diácono no tiene esta facultad.

Ø  La gracia recibida pude conceder la salud o preparar al creyente al encuentro con la Santísima Trinidad: Padre, Hijo, Espíritu Santo.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sacramento del Orden


Objetivo:
                   Aceptar el sacramento del orden como la vocación que Dios Trino concede al varón, para presidir, In Persona Christi, los sacramentos y servir a la comunidad. 
      
Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento
El sacramento del orden es concedido a quién afirma que ha sido llamado por el Señor y la Iglesia acepta como idóneo a tal misión. La vocación a la vida presbiteral-sacerdotal[1] pertenece a quien el Señor le llama con nombre propio:

“Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.  Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar  con poder de expulsar los demonios” (Marco 313-15)

El sacramento del orden consta de tres grados: episcopal, presbiteral y diaconal, y los tres son para el ministerio apostólico. Con la ordenación se le concede al ordenado un “poder sagrado”, con el cual gobierna o anima una comunidad eclesiástica. Se dice que es “consagrado” porque “se pone aparte” es “investido” por Cristo para su Iglesia.

Este sacramento, como el bautismo y la confirmación, imprimen carácter y se concede una sola vez para siempre, ya que estos tres sacramentos permiten visualizar la Iglesia, que es la nueva alianza de Dios con los hombres.

Sin el sacramento del Orden careceríamos de la fuerza entregada por Jesús de Nazaret en los caminos polvorientos de Palestina. Pues él entregó a sus primeros discípulos-apóstoles la gran misión de dar a conocer la Buena Nueva, como también les concedió el Espíritu Santo. Es por tal razón que la Iglesia afirma que los ordenados actúan “In Persona Christi Capitis” (En la Persona de Cristo Cabeza). Es Cristo Cabeza de la Iglesia quien actúa en la celebración de los sacramentos; esta verdad es traspasada por cualquier pecado venial o grave del ministro consagrado.

El ministro consagrado también goza de la representación de toda la Iglesia para orar a Dios. Él en nombre de la comunidad se relaciona con el Padre, Hijo, Espíritu Santo. Es por esta razón que correctamente le decimos presbítero, que significa anciano, en el caso del consagrado no es por edad y canas, sino porque él lidera y anima la comunidad, como también enseña, como lo hacen los ancianos en nuestros pueblos.

He aquí que el ministro ordenado (obispo-presbítero-diácono) tiene la triple misión de gobernar, santificar y enseñar.

v  Participantes
Obispo:
Siendo el obispo quien recibe la plenitud del sacramento del orden, en cuanto sucesor de los apóstoles, le corresponde transmitir la gracia recibida a nuevos obispos, presbítero y diáconos. Sin olvidar que es el mismo Cristo quien da a unos ser apóstoles, a otros profetas (cf. Efesios 4, 11).  

Candidato (al orden diaconal, presbiteral u obispal):
Es el varón bautizado que sintiéndose llamado y aceptado por la Iglesia desea abrazar el ministerio del orden con todo lo que requiere: pobreza, obediencia y el celibato por causa del Reino. Él habiendo realizado una formación filosófica y teológica en un seminario o casa de formación es admitido al orden del diaconado; el diácono es admitido al orden del presbiterado y el presbítero es admitido al orden del episcopado. 
  
v  Símbolo y Signo

Ritos iniciales
Costa de la presentación y elección que se hace del candidato, el interrogatorio debido, alocución del obispo, las letanías. Estos ritos iniciales permiten palpar que es Dios que lo ha elegido y lo ha hecho a través de la Iglesia, como también se ora para que verdaderamente llegue a un feliz término esa elección.

La imposición de manos:
“El rito esencial del sacramento del Orden está constituido, para los tres grados, por la imposición de manos del obispo sobre la cabeza del ordenando, así como por una oración consagratoria específica que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado[2]

Unción con el Santo Crisma
Se unge al ordenado Obispo o Presbítero, signo de la consagración del Espíritu Santo que hace fecundo su ministerio.

Símbolos ministeriales
Obispo
Se le entrega el libro de los evangelios, el anillo, la mitra y el báculo.
Presbítero
Se le entrega la patena y el cáliz.
Diácono
Se le entrega el libro de los evangelios.

Enseñanza del encuentro:

Ø  El sacramento del orden es conferido a un varón bautizado y llamado por el Señor a estar con él, predicar el Evangelio y Expulsar demonios.

Ø  El obispo, que tiene la plenitud del orden, es el único que pude conferir este sacramento.

Ø  El ministro ordenado cuando celebra lo hacen In Persona Christi Capitis, es decir, Jesús el Cristo es quien celebra.

El ministro ordenado es quien presenta al Dios Trino la oración de la Iglesia.


[1] El término “sacerdote-presbítero” que estoy utilizando, los dos términos por separados son válidos en la fe de la Iglesia. Mas la tradición de la Iglesia, purificada en la revelación a los judíos y en el encuentro con el pueblo griego, hace una diferencia lingüística: sacerdote (sacra = sagrado y dhe = hacer) es propio de aquel varón que presenta la ofrenda, el sacrificio, el culto, presidiendo una comunidad; el presbítero (viene del griego presbitez  = presbítero = anciano) es el varón que tiene la sabiduría, que educa, que forma a otros hombres. Por tanto al referirnos a los ministros ordenados es bueno tener en cuenta que ellos tiene la triple misión de gobernar, santificar y enseñar.
[2] Catecismo de la Iglesia Católica No 1573

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sacramento del Matrimonio


Objetivo:
                   Aceptar el sacramento del matrimonio como la vocación que Dios Trino concede al varón y la mujer, para vivir en unidad, formando la Iglesia doméstica.  
      
Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

Cuando un varón y una mujer sienten una atracción física, psicológica, racional, emocional, sexual, entre sí, empieza un recorrido de conocimiento mutuo. Este recorrido es lo que comúnmente llamamos “enamorados” o “novios”. Es de gran importancia dar este paso, hacer este recorrido.

El recorrido permite que cada uno de los implicados descubra que Dios le ha concedido una vocación al matrimonio y por tanto le concede un “regalo” para su vida. El novio o la novia es el “regalo” de Dios para el otro. Y como todo regalo hay que cuidar, proteger y valorar; y qué mejor forma de cumplir con esta misión que teniéndolo o teniéndola cerca. Es aquí, cuando ha descubierto que es el “regalo” que Dios le ha dado, cuando busca la aceptación, celebrando el sacramento del Matrimonio. Y desde el sacramento los esposos están llamados a recibir los “regalos” que Dios concede a la nueva familia; los hijos son la bendición en el matrimonio.

Esta nueva familia está cimentada desde el deseo de los novios que reciben la bendición de Dios en la afirmación de Jesús:

“De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre”
                                                                 Mateo 196

Estas palabras de Jesús tienen toda plenitud en los novios que se unen desde el amor.  Cualquier otra unión, fuera del amor, puede decaer o fracasar aun teniendo la bendición de Dios.

v  Participantes
Novios:
Son los ministros del sacramento del matrimonio, confiriéndose mutuamente el sacramento.

Sacerdote:
Es el testigo idóneo, representante de la Iglesia, que acoge las palabras de los novios y como ministro consagrado da la bendición.  

Padrinos:
Son miembros de la Iglesia y testigos del matrimonio, tienen la misión de acompañar la nueva familia, para que esta vaya creciendo en fe y unidad en la presencia de Dios.      

v  Símbolos y Signos

El consentimiento:
Los novios, ante los testigos (sacerdote y padrinos), consienten libre y voluntariamente su decisión de unión para toda la vida. El “sí” pronunciado ante los testigos hace de su matrimonio una unión eclesiástica de una vez para siempre.

Los anillos:
Este símbolo da fuerza a las palabras pronunciadas. Su significado nos habla de la nueva alianza sellada por las dos personas. Y se lleva en el dedo anular de la mano izquierda porque se dice que la vena de ese dedo llega directamente al corazón (esto no es generalizado, hay otros que la usan en la derecha).

La bendición:
La presencia de un ministro consagrado es importante, ya que él In persona Christi y representante de la comunidad eclesial, bendice esta nueva alianza. Y con su bendición hace de la alianza, una alianza divina; también esta unión nos trasmite la alianza de Dios con los hombres.

(Existen otros símbolos que se han ido agregando a este rito sacramental, pero no son fundamentales, son culturales)

Enseñanza del encuentro:

Ø  El sacramento del matrimonio se concede a dos enamorados entre sí.

Ø  El sacramento del matrimonio se realiza con testigos, que representan a la Iglesia universal.

Los esposos conforman la Iglesia doméstica donde Cristo es su cabeza, deben acoger con amor a los nuevos miembros, ya que la procreación es un deber y un don de Dios.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Sacramento de la Confirmación


Objetivo:
                   Descubrir que la CONFIRMACIÓN es aceptar libremente la plenitud del Espíritu Santo para el seguimiento a Cristo y la participación en la Iglesia peregrinante.

Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

El Vaticano II, en el documento Lumen Gentium (Luz de las gentes) No 11, resumen así el sentido de la confirmación:

“Por el sacramento de la confirmación, los fieles se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo y de esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir y defender la fe, con su palabra y sus obras, como verdaderos testigos de Cristo”
Este es el segundo momento en el que los creyentes reafirman su fe y se consagran a la vida cristiana, este es el segundo sacramento que permite visualizar la nueva alianza, la que trasforma la realidad y la vida de los hombre. Este sacramento imprime carácter, en él se confirma el Espíritu Santo recibido en el bautismo que permite visualizar que se está maduro en la fe.

v  Participantes
Obispo:
Es quien preside la celebración, él, en nombre de la Iglesia, acoge a quien libremente desea confirmar su fe en el Señor Jesucristo y en la unidad de la Iglesia, como manifestación del cuerpo místico de Cristo.  Él puede delegar a un presbítero, si fuera necesario (Lucas 22, 31-32).

Confirmado: 
Es el miembro de la Iglesia que libremente y seguro de su madurez de fe se acerca al obispo, representante de la Iglesia local, para pedir se le conceda la gracia de la Presencia del Espíritu Santo, para así seguir a Jesucristo en unión con la Iglesia.

Padrino o Madrina:
Es un miembro de la Iglesia, un varón o una mujer de fe. Él o ella acompañan al confirmado. Es testigo de la fe que proclama el confirmado y se dispone a ser un apoyo para el crecimiento de su ahijado.   

v  Símbolos y Signos
El obispo:
Es el signo de la unidad de la Iglesia universal, ya que él tiene la misión de “vigilar”, de “custodiar la fe”. La palabra Obispo viene del griego episkopoz (epískopos) que significa el vigilante. El obispo trae consigo algunos símbolos que significa su dignidad de representante de Cristo y de su cuerpo, la Iglesia:


    NOMBRE
                  SIGNO


        Mitra
Poder y servicio espiritual. Tiene dos ínfulas (cintas que cuelgan) que nos muestra la ciencia de los dos testamentos bíblicos.


       Báculo
Es el pastor de la comunidad que apacienta, instruye, guarda y defiende. Poseedor de tres tareas: guiar, enseñar y santificar.


       Anillo

El desposorio con la Iglesia local o diócesis. 

       Solideo
Su servicio está manifestado en la presencia a Dios, “solo Dios”.


       Pectoral
Toman y aceptan sobre su espalda, de un modo más comprometido, la cruz de Cristo y de los de su grey.

La unción:
La unción con aceite perfumado es un rito muy antiguo que se realizaba a quienes iban a cumplir una gran misión, por ello la Iglesia católica toma este símbolo para significar la gran misión de hacer visible a Cristo en medio del mundo. La unción en la confirmación significa la unción del Espíritu Santo en orden a practicar la justicia y la santidad, prosiguiendo la misión de Jesús y su Iglesia.

En el sacramento de la confirmación renovamos el deseo de la Santísima Trinidad por hacer visible su reino en el mundo, los apóstoles son impulsados por la fuerza del Espíritu Santo, igual el confirmado debe sentir esa fuerza y salir a entregar a Jesús el resucitado (Hechos 2, 1-13).

Este rito está acompañado de la señal de la cruz, signo de que es el Crucificado el mismo que lo acoge y lo envía a la misión del reino.

La imposición de manos:  
Trasmite el don de Dios, su gracia, su paz y su presencia. Con esta imposición de las manos el obispo transmite el Espíritu de Jesús que es el espíritu que construye el reino. (Hechos 815-17; 196)

Profesión de fe: 
El confirmado renueva la fe que sus padres y sus padrinos, el día de su bautismo, habían prometido custodiar hasta que éste deseará libremente aceptarla y amarla. Libremente el confirmado recibe el Espíritu Santo y desea esforzarse para que el mismo Espíritu actué en su vida cristiana.

Con la proclamación del credo acepta lo que la Iglesia enseña, custodia y ama, y a su vez, acepta también como miembro de la Iglesia, enseñar, custodiar y amar lo que aceptó.  

Enseñanza del encuentro:

Ø  Reconocemos al señor obispo como signo de unidad con la Iglesia universal, quien tiene el deber de enseñar, pastorear y cuidar a su rebaño.

Ø  El sacramento de la confirmación nos une, libre y autónomamente, al Señor Jesús y a su proyecto del reino.

Ø  El sacramento de la confirmación nos une al trabajo comunitario de la Iglesia universal y local. Creemos y aceptamos lo que ella cree y acepta como palabra y proyecto de Dios. 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Sacramento de la Comunión


Objetivo:
                   Encontrar en la  EUCARISTÍA la esencia del cristianismo católico: la unidad del “cuerpo de Cristo” (1Corintios 12, 27) con la cabeza que es Él (Efesios 5, 23).

Desarrollo del encuentro:

v  El sentido del Sacramento

Aunque en el orden de los sacramentos nos han enseñado que la comunión va en tercer momento del proceso cristiano, debemos tener claro que la comunión es el inicio y el culmen de nuestra realización como cristianos. Estos encuentros fraternos son una tradición de las primeras comunidades cristianas (Hechos 242), ellos le llamaban “fracción del pan” dándole el sentido de compartir, luego se le llamó misa que significa envío, y en nuestros últimos tiempos le llamamos eucaristía, que significa buen don.

El primer nombre que se le dio a estos encuentros, “fracción del pan”, es el más pleno, pues estos encuentros son para compartir, para partir y repartir nuestra experiencia cristiana, nuestro amor fraterno, nuestros bienes y en sí, nuestra vida. Y en ese compartir, el hacer lo tuyo como mío y lo mío como tuyo, formamos el “cuerpo de Cristo”, como signo pleno de la unión nos alimentamos con el misterio eucarístico, todos comulgamos el mismo pan, que es Cristo, de esa manera entendemos que el sacramento se llame comunión.

El alimentarnos de Jesucristo hace posible que formemos un solo cuerpo, como el pan está formado por pequeñas migajas el cuerpo de Cristo se forma con cada uno de los creyentes que comulgan el Cuerpo sacramental de Cristo.   

Hay que tener claro que Jesús mismo nos dejó este misterio redentor, Él teniendo cerca la pasión y muerte se reunió con sus discípulos e instituyo la comunión con su cuerpo y su sangre en la cena pascual (Éxodo 12, 1-14) como signo de la unidad de un solo pueblo. Repasemos los textos bíblicos que relatan esta acción de Cristo: Mateo 26, 26-29; Marcos 14, 22-25; Lucas 22, 15-20; 1Corintios 11, 23-26.

v  Participantes

Sacerdote:
Es quien ha sido válidamente ordenado por la Iglesia Católica que actúa In Persona Christi.

Asamblea: 
Son todos los participantes al encuentro, bautizados y no bautizados, que se unen a la Cabeza de la Iglesia: Cristo y a la comunidad. No son espectadores, son celebrantes.

v  Símbolos y Signos

La comunidad:
La constituyen los fieles que están en comunión entre sí y se unen en la celebración para comulgar con el Cuerpo y la Sangre Eucarísticos de Cristo.  

El presidente:
Nos permite ver que Cristo, cabeza de la Iglesia, está en la acción directa por nuestra salvación, recordemos la oración que hacemos antes de la comunión:
Por Cristo, con Él y en Él
A ti Dios Padre Omnipotente
En la unidad del Espíritu Santo
Todo honor y toda gloria
Por  los siglos de los siglos. Amén


EL altar:  
Representa a Cristo que se encarnado y glorificado, después del sacrificio. También es Cristo que congrega a toda la comunidad en torno al altar para compartir el ágape fraterno.

La Epíclesis:
Es un sustantivo griego (invocación) del verbo griego epikaleo (invocar  o llamar). Se utiliza en la Iglesia para designar el llamado que hace al Espíritu Santo para que venga a santificar. Dentro de la misa hay dos momentos de epíclesis:

1.   Se pide su presencia sobre los dones del pan y del vino: para que Él los transforme en el Cuerpo y Sangre de Cristo (transustanciación); esta petición la subraya el sacerdote extendiendo sus manos sobre los dones y pronunciado las palabras con la claridad y solemnidad que corresponde a los momentos importantes.

2.   Pero más tarde, después del relato, el presidente vuelve a pedir a Dios que envíe su Espíritu: esta vez sobre la comunidad sobre las personas que están aquí presentes, y que van a participar de ese Cuerpo y Sangre de Cristo; pide que el Espíritu transforme a la comunidad: que la lleve a la unidad, que la haga Cuerpo de Cristo, un solo Cuerpo y un solo Espíritu. [1]

El cuerpo:
Nuestro cuerpo expresa lo que sentimos y lo que hemos comprendido de nuestra fe. Y en la eucaristía tenemos muchos momentos en los cuales está involucrado nuestro cuerpo, desde que llegamos realizamos una genuflexión al sacramento eucarístico, como saludo. Y dentro del encuentro tenemos muchos momentos en los que nos expresamos con nuestro cuerpo: nos santiguamos, participamos (parados), escuchamos (sentados), fraternizamos (abrazo o estrechar la mano en la paz) y damos reverencia (arrodillados). Cada momento en los que nos expresamos con nuestro cuerpo son fundamentales y por ende deben ser comprendidos y asimilados.

Los regalos
Gracias a la unidad comunitaria descubrimos tres grandes regalos de Dios para el pueblo: misericordia, sabiduría y alimento.

v  Misericordia: en el encuentro eucarístico tenemos tres momentos en los cuales invocamos la misericordia de Dios; al inicio en el acto penitencial; en la oración que Cristo nos enseñó, Padre Nuestro; y cuando proclamamos que Cristo es el cordero inmolado por nuestros pecados. No con ello negando la  plenitud del sacramento de la reconciliación. Nunca estos momentos remplazan el sacramento de la reconciliación.

v  Sabiduría: cuando vamos al encuentro comunitario, el sacerdote, In persona Christi, nos transmite el mensaje evangélico actualizado y desde nuestra realidad el Señor nos ayuda a construir el quinto evangelio (pues nuestra realidad y nuestro diario vivir tiene que ser una buena nueva para el mundo). La sabiduría de Dios es transmitida en cada encuentro comunitario, Dios nos habla para nuestro mejor vivir.

v  Alimento: toda la celebración es alimento constante, desde que llegamos hasta que salimos. Nos alimentamos de fraternidad, de calor humano, de perdón, del mensaje salvífico y nos alimentamos del amor de Dios en la plenitud del misterio del Cuerpo y la Sangre de Jesús eucaristía. No nos alimentamos de un cuerpo muerto, nos alimentamos de un cuerpo vivo, es Cristo resucitado quien se hace presente en el pan y vino consagrado, no es una presencia simbólica o mítica es una presencia real y viva.

Es un alimento que no debe ser rechazado por ningún cristiano, Cristo se hace alimento para los enfermos no para los sanos; este alimento está muy unido al alimento del perdón, pues cuando estamos reconciliados el alimento eucarístico sobresale en nuestro ser, en nuestra intima relación con Dios, más aún este alimento eucarístico perdona nuestros pecados veniales y nos preserva de los pecados graves[2]. El sacramento de la eucaristía es la plenitud de los sacramentos, no remplaza a ninguno pero concede plenitud a todos. El alimentarnos con el Cuerpo y Sangre de Cristo nos constituye una sola realidad, un solo cuerpo.   

Y cómo una sola verdad estamos unidos en Dios y como Dios estamos llamados a vivir su voluntad, que es el amor. El Romano Pontífice Benedicto XVI afirma frente al fruto de la Eucaristía que: “la ‘mística’ del Sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: ‘El  pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” dice San Pablo (1Corintios 1017)”[3]  



Enseñanza del encuentro:

Ø  Es un encuentro comunitario, que alimenta toda la vida cristiana.

Ø  Descubrimos, comprendemos y nos encaminamos al proyecto de la construcción del Reino de Dios aquí y ahora.

Ø  Celebramos la entrega completa del amor de Dios por el ser humano, el sacrificio de Jesús por la obediencia al Padre.


[1] Aldazabal, José, La Plegaria Eucarística I Catequesis¸ editorial Dossiers CPL, 3era edición, Barcelona, 1988, p. 11
[2] Catecismo de la Iglesia Católica No 1416
[3] Carta Encíclica Deus Caritas Est, Del Sumo Pontífice Benedicto XVI, 2005, Roma, Nro. 14. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Sacramento de la Reconciliación


Objetivo:
                   Descubrir en el sacramento de la reconciliación el amor que Dios tiene por sus hijos, que los acoge y les brinda nuevamente la relación quebrantada por el pecado, retornando la dignidad humana perdida.

Desarrollo del Encuentro:

v  Sentido del sacramento
En los primeros siglos de la Iglesia, no existía la confesión como la vivimos hoy, pero ya en el siglo III los pastores descubren que el mal tenía un poder sobre la voluntad humana, y que ésta recaía en una culpa que no deseaba vivir[1], desfigurando su vida de bautizado. Es así que recordando las palabras del Señor y entrando en oración establecen que la gracia no podía ser vencida por el mal, ya que el amor es mayor a todo mal, que la misericordia de Dios estaba manifestada en las palabras de Jesús el día de su resurrección, narradas por Juan:

“Dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.”
                                                                             (2022-23)

Son estas palabras las fundamentales para aceptar que Jesús les ha encomendado a los apóstoles la gran misión de mostrar a sus bautizados que Dios Trino los acoge cada día que ellos decaen y se alejan de su amor.

El sacramento de la reconciliación es el que nos permite revisarnos y descubrir cuán alejado del amor de Dios estamos. Y nos alejamos del amor de Dios en cuanto ofendemos a uno mismo, a mi prójimo y a Dios. Y ese daño no permite la realización de la esencia humana: comunión con Dios, perdiendo con esto la dignidad de hijo de Dios.

Cada vez que me reconcilio a través del sacramento, recibo la gracia que me da fuerzas para continuar en la búsqueda de la conversión. Al reconocer la necesidad de reconciliarme con Dios nace el dolor del pecado, que no es por el mismo pecado sino porque reconozco que ese acto pecaminoso me atraso, me hizo tener un retroceso de crecimiento.

Es tal la gracia que recibimos con este sacramento, que podemos hacer frente a aquellos pecados que se nos han impuesto[2], y que hacen parte de nuestra vida. Como también de transformar aquellos que libremente he elegido, aun conociendo el proyecto que Dios tiene para el hombre. Recordemos que todo pecado, los impuestos y los elegidos, hace mucho daño al hombre destruyendo su realización y felicidad. El pecado, la tendencia al mal, no es algo innato en el hombre, le viene de afuera. Pero si es innata en el hombre la búsqueda del bien supremo, por eso puede, con gracia de Dios, superar la tentación.

v  Participantes

Sacerdote:
Es el ministro consagrado, medio por el cual Cristo se hace presente, para brindar al pecador la reconciliación. Jesús, cabeza de la Iglesia, absuelve al penitente, es decir le reconcilia consigo mismo, con el prójimo o comunidad y con Dios.

No olvidemos que el fin  último es la salvación y la salvación la concede Dios por medio de Cristo y Cristo por medio de la Iglesia y la Iglesia por medio de los sacramentos. De allí que los confesores son la figura de quien Salva que es Jesús el Cristo. Y Jesús es el juez y el médico, el cual no puede actuar si no escucha. 


Penitente:
Es el bautizado arrepentido, quien busca con humildad aceptar el amor de Dios a través de la reconciliación. Y hablando, diciendo sus culpas, permite que el sacerdote,  in persona Christi, logre juzgar y sanar su alma maltratada por el pecado. 

v  Símbolos y signos

Preparación
El símbolo primero es aquel que el confesor supone ya realizado, una digna preparación del penitente, que consiste en: un correcto examen de conciencia, a la luz de la palabra revelada; un dolor por la ofensa, que no es “un mar de llanto” o un sufrimiento que no deja respirar, sino que es el dolor de saber que me he alejado de la gracia de Dios; el propósito de enmienda, que consiste en buscar la forma de transformar la vida, dejando aquello que me ofende, ofende a otros y a Dios y la oración para pedir la asistencia divina, puede ser:

Espíritu Santo ven en mi auxilio, ayúdame a reconocer mis errores, mis momentos de desobediencia, los momentos en los que me he alejado del Amor infinito de Dios y de la construcción del Reino. Para así decir todos mis pecados a Jesús que quiere escucharme y perdonarme, sanando mi corazón adolorido. Espíritu Santo pido tu luz, Señor Jesús pido tu perdón, Padre pido tus brazos abiertos para acogerme. Y que con tu perdón, Santísima Trinidad,  yo pueda integrarme de nuevo en la comunión de la Iglesia.
                                                                                              Amén

Hablar
El creyente arrepentido y adolorido por su proceder contrario al proyecto del Reino de Dios, habla ante el sacerdote. La culpa necesita ser verbalizada para sanarla, de lo contrario corre el riesgo de que le cause gran daño por dentro.

Cumplir
El que ha sido reconciliado debe cumplir la penitencia otorgada por su culpa.

Estola
La utiliza el ministro consagrado sobre sus hombros, por lo general es de color morado, para este sacramento. Es signo del ministerio sacerdotal, ungido para conceder la gracia que Dios.
Absolución
El ministro consagrado con las manos extendidas sobre el penitente, eleva la oración con la que absuelve los pecados:

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda por el ministerio de la Iglesia, EL PERDON Y LA PAZ. Y yo te absuelvo de tus pecados en el  nombre  ┼ del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
                                   Amén.

Enseñanza del encuentro:

Ø  Es Jesús el Cristo quien reconcilia.

Ø  El sacramento de la reconciliación, restablece la amistad que se había perdido con sí mimo, con los demás y con Dios.

Ø  Este sacramento, es un sacramento que sana y da consuelo.

En la reconciliación nos integramos nuevamente con la comunidad para construir el Reino de Dios.


[1] Romanos 715: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” 
[2] Cuando hablamos de pecados impuestos nos referimos a aquellos pecados que la sociedad, sobre todo el entorno próximo al crecimiento humano, nos ha impuesto, tales pueden ser: la mentira, el hurto, la búsqueda de placeres sexuales, etc. Ya sea por enseñanza o por agresión física.