Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

jueves, 3 de mayo de 2012

¿Qué tengo que hacer para ganar la vida eterna? (Marcos 10, 17)


    Quizá no nos hemos hecho esta pregunta, porque posiblemente estamos seguros que tenemos la vida eterna, o sencillamente no nos hemos preguntado por ella porque estamos muy acomodados aquí en esta tierra. Pero resulta necesario que nos sintamos interesados por la vida eterna, por el solo hecho que será eterna, será nuestro siempre.

     Para la vida eterna no basta ser solamente cumplidor de la ley o de los mandamientos; en nuestra vida cristiana, no sólo es necesario el cumplimiento de las misas dominicales, la celebración de los sacramentos o participar en encuentro litúrgicos piadosos, pues eso hacía el joven rico del evangelio y parece que no le era suficiente, todavía le quedaba la duda de poder alcanzar la vida eterna (Cfr. Marcos 10, 19-20). Por ello “Jesús, fijando su mirada en él, lo amó y le dijo: ‘una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme’. Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.”  (Marcos 10, 21-22).

    El conflicto de este personaje bíblico no son “los muchos bienes que tenía”, pues no es negativo o perjudicial tener mucho bienes, el conflicto radica en su apego a esos bienes. Sus bienes, ya no eran para él un medio para vivir mejor, ya se habían convertido en su fin último, había puesto la esperanza de su felicidad y su realización en ser poseedor de esos bienes, pensaba que si se los quitaban su vida terminaría.

    No debemos aferrarnos a lo pasajero, a lo que pronto termina. Todo eso está allí para que tengamos bienestar en este mundo. Pero Dios lo creo para todos y nos pertenece a todos, por ello si alguno alcanza más debe compartir con aquel que no ha logrado mucho. Compartir nos permite tener presente que todo cuanto tenemos no es el tesoro para de nuestra vida.

     Tengamos siempre presente que “donde esté el tesoro, allí estará también el corazón” (Mateo 6, 21). Si nuestro tesoro son las comodidades de este mundo y lo pasajero que el mundo ofrece, estamos destinados a la desdicha eterna y no a la vida eterna, es necesario aceptar “la tijera” que Jesús nos ofrece para cortar con todo lo que nos ata a este mundo.