Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

viernes, 24 de junio de 2011

DOMINGO 26 DE JUNIO

Juan 6: 51 - 58


51
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
52
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
53
Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
55
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
57
Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
58
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»

En la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo se lee el evangelio tomado del capítulo 6 según San Juan.  Este capítulo es   llamado "discurso eucarístico".
Jesús mediante una fórmula de auto revelación se declara como el  " pan vivo que ha bajado del cielo".
También Jesús revela: que quien lo come "vivirá para siempre", con esta expresión comienza y termina el texto.
Los judíos no entendían. Sucede lo mismo en nuestros días.
Sin FE es imposible entender este gran misterio. Aunque lo explique el mismo Jesús, sin FE es imposible captar el sentido que encierran estas palabras y su alcance en la vida.
Partiendo de la FE, podemos afirmar con propiedad que Jesús es el Pan de Vida. Es decir, es aquel que ha venido, para saciar definitivamente las hambrunas enraizadas en el corazón humano. Las profundas insatisfacciones que son muchas, como el cansancio de la vida, el sin sentido, los anhelos del corazón, la soledad, la depresión… El que tiene FE es un poseído por una presencia transformadora que le eterniza y le da pleno sentido a su existencia.
Al comulgar el cuerpo y la sangre de Cristo el creyente no solo lo recibe, sino que se identifica, se une y es capacitado para dar, ofrecer y entregar una vida digna... a semejanza de aquel a quien comulga.

jueves, 23 de junio de 2011

EL PERDON ES DE CRISTO

El Señor añade una condición necesaria e ineludible, que es a la vez un mandato y una promesa, esto es, que pidamos el perdón de nuestras ofensas en la medida en que nosotros perdonamos a los que nos ofenden, para que sepamos que es imposible alcanzar el perdón que pedimos de nuestros pecados si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa. Por ello dice también en otro lugar: Con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. Y aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la deuda y que no quiso luego perdonarla a su compañero, fue arrojado a la cárcel. Por no haber querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que había conseguido de su amo.
Y vuelve Cristo a inculcarnos esto mismo, todavía con más fuerza y energía, cuando nos manda severamente: Cuando estéis rezando, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonadle primero, para que vuestro Padre celestial os perdone también vuestros pecados. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre celestial perdonará vuestros pecados. Ninguna excusa tendrás en el día del juicio, ya que serás juzgado según tu propia sentencia y serás tratado conforme a lo que tú hayas hecho.
Dios quiere que seamos pacíficos y concordes y que habitemos unánimes en su casa, y que perseveremos en nuestra condición de renacidos a una vida nueva, de tal modo que los que somos hijos de Dios permanezcamos en la paz de Dios y los que tenemos un solo espíritu tengamos también un solo pensar y sentir. Por esto Dios tampoco acepta el sacrificio del que no está en concordia con alguien, y le manda que se retire del altar y vaya primero a reconciliarse con su hermano; una vez que se haya puesto en paz con él, podrá también reconciliarse con Dios en sus plegarias. El sacrificio más importante a los ojos de Dios es nuestra paz y concordia fraterna y un pueblo cuya unión sea un reflejo de la unidad que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Además, en aquellos primeros sacrificios que ofrecieron Abel y Caín, lo que miraba Dios no era la ofrenda en sí, sino la intención del oferente, y por eso le agradó la ofrenda del que se la ofrecía con intención recta. Abel, el pacífico y justo, con su sacrificio irreprochable, enseñó a los demás que, cuando se acerquen al altar para hacer su ofrenda, deben hacerlo con temor de Dios, con rectitud de corazón, con sinceridad, con paz y concordia. En efecto, el justo Abel, cuyo sacrificio había reunido estas cualidades, se convirtió más tarde él mismo en sacrificio y así, con su sangre gloriosa, por haber obtenido la justicia y la paz del Señor, fue el primero en mostrar lo que había de ser el martirio, que culminaría en la pasión del Señor. Aquellos que lo imitan son los que serán coronados por el Señor, los que serán reivindicados el día del juicio.
Por lo demás, los discordes, los disidentes, los que no están en paz con sus hermanos no se librarán del pecado de su discordia, aunque sufran la muerte por el nombre de Cristo, como atestiguan el Apóstol y otros lugares de la sagrada Escritura, pues está escrito: Quien aborrece a sú hermano es un homicida, y el homicida no puede alcanzar el reino de los cielos y vivir con Dios. No puede vivir con Cristo el que prefiere imitar a Judas y no a Cristo.
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.
(Cap. 23-24: CSEL 3, 284-285)

lunes, 20 de junio de 2011

LUZ, RESPLANDOR Y GRACIA EN LA TRINIDAD Y POR LA TRINIDAD

Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.

Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente por naturaleza y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas a través del que es su Palabra, en el Espíritu Santo. De esta manera queda a salvo la unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo.
San Pablo, hablando a los corintios acerca de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Porque donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.
Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda carta a los Corintios, cuando dice: La gracia de Jesucristo el Señor, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos vosotros. Porque toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. Pues así como la gracia se nos da por el Padre, a través del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es en el Espíritu Santo, ya que hechos partícipes del mismo poseemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la participación de este Espíritu.
De las Cartas de san Atanasio, obispo
(Carta 1 a Serapión, 28-30: PG 26, 594-595. 599)

viernes, 17 de junio de 2011

DOMINGO 19 DE JUNIO

Juan  3: 16 - 18


16
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18
El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.



La Santísima Trinidad, el gran misterio de nuestra fe y la gran realidad que nos une con nuestros hermanos cristianos protestantes; el Padre, Hijo, Espíritu Santo, es lo que profesamos, en lo que creemos: el Padre que ha creado, el Hijo que nos ha salvado, el Santo Espíritu que sigue salvándonos con su luz. Dios Padre nos entrega su único Hijo, Dios Hijo aceptando se encarna en la realidad del hombre, Dios Espíritu fruto del amor entre el Padre y el Hijo, continúa la misión divina de santificar, siendo nuestro motor que inspira e impulsa; Tres personas distintas pero un sólo Dios verdadero, como reza nuestra fe.
Difícil de comprender, difícil de explicar, pero todos nosotros dispuestos a dejarnos amar e invitados a aceptar su acción en nuestra mente y corazón, en nuestra vida.
Es por el amor que nos tiene la Santísima Trinidad, que ha querido compartir su existencia con cada uno de los seres humanos, haciéndose hombre – ser humano – como nosotros, para enseñarnos lo que significa ser verdaderamente -humanos- capaces de cumplir la voluntad del Padre.
Manifestada en el amor a Dios y al prójimo, revelado en la misma vida del Hijo que siendo Dios se ha dado a nosotros para vivir con todas nuestras limitaciones, mostrándonos que la presencia del amor del Padre es la que nos permite e impulsa a descubrir el Amor Trinitario manifestado en el Amor que el Padre, Hijo y Espíritu Santo revelan como infinita comunidad de Amor.
La Santísima Trinidad, nos revela eso, que son una infinita comunidad de Amor en  la que todo lo que somos y recibimos para nuestro bien, es obra del Amor de Dios que es Padre, Hijo, Espíritu, actuando en infinita unidad en nuestra vida.
Queridos hermanos y  hermanas, profesar la Santísima Trinidad es ya profesar el Amor, que es la fuerza más poderosa; por esto, recordemos que Dios es Amor, y si es amor, estamos llamados a amar en cualquier situación, en cualquier circunstancia y a cualquier persona, a cualquier hermano, pues ya nos lo recuerda Juan en su evangelio: “tanto nos ama Dios, que nos da a su propio Hijo, para que sepamos lo que es y quien es el Amor, además, “decir que amamos a Dios y no nos amamos los unos a los otros, significa ser grandes mentirosos”
Que el Divino Salvador, Dios hecho hombre, sea nuestro camino, verdad y vida, para seguir descubriendo la verdad de la Santísima Trinidad.

viernes, 3 de junio de 2011

DOMINGO 05 DE JUNIO

Mateo  28: 16 - 20

16
Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17
Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
18
Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
19
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»

La ascensión del Señor debe ser para nosotros un día de gozo y júbilo porque festejemos la glorificación del Señor que nos trae consigo la elevación de la naturaleza humana, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra victoria,  su ascensión definitivamente es nuestra glorificación, sí, su ingreso triunfal en el cielo es la razón de nuestra esperanza de seguirlo en su reino al cual nos  llama.
Por el momento nos deja una tarea importantísima: ir por el mundo y hacer discípulos, consagrándolos a la trinidad santa mediante, el que llamamos puerta y primero de los sacramentos, el bautismo, y enseñándoles a guardar, a cumplir lo que nos ha mandado. Es  su consigna final, siempre actual y siempre urgente.  La iglesia entera, que somos todos sin excepción, su jerarquía, su sacerdote, su laico, todos estamos llamados y enviados a esa misión.  ¿Puede alguno excusarse, decir no estoy preparado, no soy un misionero, no soy un teólogo, etc., etc.?  De ninguna manera.   Solo nos debe llenar de gozo  y de seguridad la palabra final de Jesús en el evangelio de esta solemnidad de la ascensión: “yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
Lo importante es que tenemos que aprender a sentir y descubrir esa presencia suya, activa y eficaz, a lo largo de la vida y en el estado o situación en la cual cada uno se siente llamado.  Un sencillo ejemplo: en  la condición de esposos y padres. ¿No están anunciando y  cumpliendo los designios amorosos de dios al decidir unir sus vidas en el nombre del señor?  ¿Y  al bautizar a sus hijos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo?
Cada uno escucha una voz maravillosa, es la palabra del señor que a cada uno nos interpela a diario.   También a través de sus sacramentos que son acciones suyas salvadoras, en nosotros lo podemos sentir y  experimentar.   Igualmente en nuestros hermanos y hermanas se nos manifiesta, especialmente en los más necesitados donde él quiere ser reconocido, servido y amado.  Igualmente espera ser reconocido en su presencia en la oración y en cada acontecimiento de nuestra vida.  “Donde dos o tres  estén reunidos en mi nombre ahí estoy yo en medio de ustedes”.  Que importante es pues que todo lo vivamos o lo realicemos en nombre del Señor.  Solo de esa manera nos sentiremos peregrinando con paso firme y seguro hacia la casa de nuestro Padre Dios.

jueves, 2 de junio de 2011

RETIRO DE JUNIO

En este mes queremos compartir contigo algunas frases de nuestro fundador que nos ayudará  a meditar, nuestro retiro de junio consiste en buscar la voz de Dios en las palabras del Venerable Padre Francisco Jordán SDS, escuchar a los siervos de Dios es escuchar a Dios.
Para realizar este retiro te invitamos para que busques un espacio y tiempo apropiado para hacer tu encuentro con el amigo Jesús. Lees una frase, puedes encender una vela, e interiorizas la frase. Al final de las frases realizas tu oración, dialogas con Dios.

Frases del Padre Francisco María de la Cruz Jordán SDS
*      Qué fácil es el que trabajéis durante años sin cosechar frutos, y que sin embargo otro los llegue a ver.
*      Si queremos seguir al Divino Salvador ‑y a esto hemos sido llamados‑; si queremos ser santos; si queremos convertir al mundo, ¡en este caso, seamos pobres!
*      Quisiera y desearía que fuerais firmes; que ni aflicciones ni sufrimientos ni persecuciones ni sequedad ni equivocaciones...; en una palabra que no os dejéis estorbar por ninguna cosa para continuar tenazmente lo bueno, la buena obra que hubierais comenzado, el buen camino que hubierais emprendido.
*      ¡Rezad y haced penitencia!  ¡Haced penitencia y rezad!  Y en la medida en que seáis hombres de la penitencia y de la oración, espero, que podréis conseguir resultados.
*      Poned mucha atención en ser agradecidos (al final del año) hacia Dios y hacia todos los que tengáis alguna obligación, y no permitáis que recaiga sobre vosotros aquella carga que se llama "la negra", la "ingratitud".
*      Donde hay humildad, habrá paciencia.
*      ¡Conservad la unidad!  Cumplid el deseo del Divino Salvador, pues en ese caso haréis realmente grandes y admirables cosas y el diablo temblará ante vosotros.
*      No con una triste disposición queremos servir al Señor, y cumplir nuestro deber, no, sino con una alegre disposición del corazón.  ¡Alegrémonos de nuestra misión y elección!. La alegría es un medio importante para salvar almas.
*      Si rezáis bien, seréis transformados, me atrevería a decir.  Vuestras fuerzas, vuestro cuerpo serán espiritualizados.  Las bajas pasiones serán reprimidas poco a poco hasta que desaparezcan y otro espíritu recibirá la soberanía.
*      Sea este vuestro propósito: no perder nunca la paciencia en todas las situaciones y puestos.  Y vivid la convicción de que nunca podréis hacer cosas grandes por la propia santificación y por la de los demás, si no poseéis la paciencia en alto grado.

Que estas frases te permitan vivir una jornada de retiro y meditación, recuerde que los Cristianos Católicos vivimos la comunión de los santos.

miércoles, 1 de junio de 2011

EJEMPLO DE VIDA JUVENIL



El sábado 28 de mayo, en el templo de la Parroquia San Pedro de Cumbayá viviemos la alegría de la celebración por la vida de ejemplo cristiano de dos jóvenes de nuestros tiempos. Oscar Ernesto Aguilar de Tumbaco-Ecuador y Clara Badano de Sassello-Italia, dos jóvenes que se regocijaron en el amor de Dios. El Padre Bernardo Ospina SDS ha precidido esta celebración, que dió inicio con un rosario familiar y luego la eucaristía. La participación fue numerosa y el gozo mayor en los corazones de los asistentes. Hoy queremos dejarles la homilia pronunciada por el presidente de esta celebración:

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Hermanos: quiero iniciar esta reflexión  con una afirmación: nuestra vida es un don de Dios y esa palabra don la traduzco en vocación igual llamado: ven, ven a mí. Llamado que origina un encuentro con Jesús el Cristo. Y si ese llamado tiene una verdadera respuesta, se llega a un instante en el que, el que se siente llamado se juega el todo por el todo. Cristo se convierte en el centro de la vida y el que es llamado y se siente llamado va entendiendo el lenguaje de Jesús y acepta que Jesús es el “camino, la verdad y la vida”. Agregaría aquí las palabras de San Irineo: “la gloria de Dios es nuestra vida”. Y Jesús le va iluminando el camino y le va mostrando que Él ha venido al mundo enviado por el Padre, para salvarnos y hacernos partícipes del amor del Padre, y  a través del Espíritu de la verdad nos clarifica nuestra vocación a la santidad y a la vida eterna y, que así como él va, regresa al Padre, quiere que también nosotros estemos donde él está, por eso también nos ha dicho “sed santos, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

Este lenguaje y este llamado lo entendieron muchos desde un comienzo y fueron llegando a la santidad, a la perfección por diferentes caminos y en muy variadas situaciones de la vida. Así por ejemplo: los primeros discípulos dieron la vida, murieron mártires y fueron santos. Y es interminable la lista de los que con un sí radical y alegre al llamado del Señor, a su ser cristiano, a su conciencia de hijos de Dios, de discípulos de Jesús y por lo tanto de misioneros, llegaron  a la santidad y se han convertido para nosotros en objeto de profunda admiración.

Para mí es motivo de sincera alegría poder señalar entre ustedes hoy en primer lugar a un joven de nuestra ciudad de Quito, y de hoy no de ayer, de estos tiempos modernos, se trata de Oscar Ernesto Aguilar Martínez. Él desde antes de nacer, me atrevo a afirmar, recibió de sus padre la hermosa herencia de la fe, el amor de Dios y el espíritu de oración. En ese clima fue creciendo Oscar Ernesto y ya desde los tres años comenzó a mostrar sus emociones y encantos de una creatura llamada por Dios a la santidad. Con grande acierto inicia su madre María Leonor, autora del libro “Presiento que mi misión va a empezar”, en el que narra la historia de su hijo, con la bella cita de San Agustín: “Dios es grande en lo grande pero extraordinario en lo pequeño”. No pretendo ahora narrar la vida de Oscar Ernesto. Sólo comparto con ustedes la alegría y la satisfacción de haber leído con pasión la historia y la vida de quien hoy hace cuatro años, a la edad de 21 años 10 meses, partió hacia la morada del Padre después de seguir fielmente las pisadas de aquel que en su vida se le manifestó como “camino, verdad y vida”.

Podríamos decir sin necesidad de muchas explicaciones que para Oscar Ernesto, en sus cortos años de vida bien vividos, como hijo, como hermano, como cristiano, como colegial, como universitario, como catequista, como persona que alimentó los grandes anhelos de ser sacerdote, etc. Fueron muy claras las palabras de Jesús: “Al que me ama lo amará mi Padre y yo también lo amaré y me revelaré a él” y esta afirmación de Jesús alcanza la plenitud cuando se cumplen aquellas otra palabras: “en la casa de mi Padre hay muchas habitaciones (…), cuando haya ido y les haya preparado el lugar, vendré  otra  vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde  yo esté estén también ustedes”. Y para Oscar Ernesto se cumplió esta  dicha el 28 de mayo de 2007. Alegrémonos de ello y demos gracias al Señor.

Esta misma dicha la vivió otra persona muy joven italiana Clara Badano, o Clara Luz llamada así por la fundadora de los Focolares, movimiento de creyentes que quieren construir un mundo unido y del cual se enamoró Clara desde niña, emprendiendo y cumpliendo en sólo 18 años sus anhelos de santidad. Dios acogió en su morada del cielo el 07 de octubre de 1990 a esta joven que en plena juventud, una vez que conoció el evangelio, tomó una determinación que marcaría cada jornada de su vida: “No quiero ni puedo permanecer analfabeta ante un mensaje tan extraordinario”. Esta joven ya ha sido beatificada recientemente.
Habría mucho que decir de estos dos jóvenes: Oscar Ernesto y Clara, y hay también mucho que decir de muchos jóvenes, niños y adultos que se han sabido enamorar de Jesús y seguirlo hasta el final, hasta la morada del Padre.

Que él buen Dios nos permita a muchos, ojalá a todos los que estamos acá, escuchar la voz de Dios, escuchar al amigo Jesús, y seguirlo por el camino de la santidad hasta la morada del Padre.

No puedo concluir sin hacer referencia a una muy bella realidad en la vida de Oscar Ernesto y Clara Luz: como tiernos hijos supieron caminar como bien lo insinuaba San Bernardo “Por María a Jesús”. Tomados de la mano de la Madre de Dios y madre nuestra vivieron la alegría de sentirse protegidos por la tierna madre.
Oscar Ernesto no solo se consagró en el colegio de la Dolorosa, además le escribió un bella carta y no le falló a su querida Dolorosa con el rezo del santo rosario diario y la eucaristía diaria.

Clara vivió sus cortos años tan unida a Jesús y a su Madre, que pudo dar el bello testimonio de que en el momento de una cirugía de su grave enfermedad de cáncer en los huesos, percibió que María la tomaba de la mano y le daba ánimo. Concluyamos pidiéndole hoy al buen Dios, haga de nosotros auténticos hijos y devotos de María.