Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

martes, 8 de marzo de 2011

FELIZ DÍA MUJER

Dichosa la mujer que tiene los ojos limpios,
muy despiertos para saber leer el misterio de la vida,
entender los signos de los tiempos,
y descubrir las huellas del Señor.

Dichosa la que tiene los oídos muy abiertos,
para escuchar los mensajes ofrecidos,
y acoger las voces de los pequeños,
los gritos de las víctimas, los anuncios del profeta.

Dichosa la mujer que tiene las manos abiertas, desprendidas;
que sabe que el Reino de Dios le pertenece
y lo espera, también para los pobres.
La mujer de manos disponibles, serviciales,
generosas, para que el Reino de Dios venga.

Dichosa la mujer que camina sobre sus propios pies,
apoyando sus huellas en las de Aquel
que vivió hasta el extremo el amor,
que busca enderezarse con otros
y con otras, que quiere dar a luz a la humanidad nueva.

Dichosa la mujer de corazón ardiente,
que escucha la Palabra y se enardece,
que goza con la promesa, contagia optimismo,
cree en la utopía y la trabaja.

Dichosa la mujer alegre aunque conoce el sufrimiento y la pobreza.
No es alegría natural, es recibida,
ha escuchado las bienaventuranzas.
Sabe que los pobres, los que sufren son dichosos, Dios está con ellos.

Dichosa la mujer que eleva sus brazos en actitud suplicante,
consciente de su necesidad de Dios y del Espíritu que fecunda la Historia
y hace posible el fruto deseado, 
el que hace “gemir a la creación  entera como en dolor de parto”.