Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE

La fe verdaderamente cristiana    

El cristiano para vivir la fe verdadera, necesita salir del centro de su egoísmo, dejar de ver a Dios desde la propia realidad humana. Cuando contemplamos a Dios desde nuestras categorías, desde nuestras ideas, desfiguramos el Dios vivo que se ha revelado a lo largo de la historia: “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Marcos 12, 26) y podemos continuar diciendo el Dios de los Apóstoles, el Dios de Juan Pablo II, el Dios de Benedicto XVI y el Dios de Francisco.  Para no violentar la verdad de Dios, debemos tener presente que “La fe está vinculada a la escucha”[1], que tenemos necesidad de estar atentos a la palabra predicada y anunciada dentro de la Santa Madre Iglesia. Ser oyentes perseverantes de la Buena Noticia.

De lo contrario caeremos fácilmente en la idolatría, en el fanatismo, en la superstición. La fe en el Dios revelado “…por su naturaleza, requiere renunciar a la posesión inmediata que parece ofrecer la visión, es una invitación a abrirse a la fuente de la luz, respetando el misterio propio de un Rostro (el de Cristo), que quiere revelarse personalmente y en el momento oportuno.”[2]. Cuando no nos dejamos impactar por la persona de Jesús, es cuando nuestra fe se desorienta y nos convertimos en ritualistas, en actores de la religión y quizá en temerosos o temerarios de la relación con Dios.

La fe verdaderamente cristiana es todo lo contrario, es una relación fundada en el Amor infinito, que me permite encontrarme con mi verdad y la verdad del mundo. Y para no falsear esa verdad ni la verdad de Dios “Tenemos necesidad de alguien que sea fiable y experto en las cosas de Dios, Jesús, su Hijo, se presenta como aquel que nos explica a Dios”[3]. Tenemos que acercarnos a Él reconociéndolo como el camino que dirige al Padre, pero también como el buen pastor que nos impulsa a verdes praderas y claro tenemos que acercarnos a Él como el Dios que  nos salva. Es así que “La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacía sí; y esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el camino sobre la tierra”[4].

La verdadera fe cristiana consiste en vivir el día a día contemplando la realidad pero proyectándonos siempre hacía Dios.    





[1] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 8
[2] Ibídem, No 13 
[3] Ibídem, No 18
[4] Op. Cit.