Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

viernes, 25 de marzo de 2011

DOMINGO 27 DE MARZO

Juan  4: 5 - 42

5
Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José.
6
Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
7
Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.»
8
Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana:
9
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)
10
Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»
11
Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?
12
¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
13
Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed;
14
pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»
15
Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»
16
El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.»
17
Respondió la mujer: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido,
18
porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad.»
19
Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta.
20
Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.»
21
Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22
Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
23
Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.
24
Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.»
25
Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo.»
26
Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando.»
27
En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?»
28
La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
29
«Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» …



El  encuentro de Jesús con la Samaritana, manifiesta la ruptura de los esquemas sociales de su época, proponiendo un cambio profundo  de las estructuras mentales que separaban a uno de los otros, judíos de samaritanos o varones de mujeres, etc. Con este encuentro, Jesús va más allá de un diálogo transformante de aquella mujer, es el inicio  a una nueva propuesta del amor divino, no solo para ella sino también para su pueblo, para toda la humanidad; ya que la propuesta de Jesús es que el ser humano, sin distinción de género, descubra que tiene una oportunidad de ser alguien  digno del amor de Dios  y sobre todo que si tu quieres puedes ser  libre de prejuicios esclavisantes de un pecado que te aleja no solo de Dios sino también de ti mismo, por ende de los demás .
No olvidemos que la encarnación de Cristo es liberadora para quien lo descubre como La fuente “de agua viva” de la cual podemos beber cuantas veces sea necesaria. Lo que necesitamos es tener la valentía de emprender el camino hacia nuestro poso, sin temor de encontrarnos con Jesús, que nos devela nuestra propia miseria, no para condenarnos sino para dejarnos renovar y mostrarnos que es posible un nuevo camino, que es posible dejar brotar la fuente de agua viva en nosotros, que nos devolverán la paz y las fuerzas para emprender con nuevos bríos el camino del Reino.
De esta manera podremos convertirnos en anunciadores de la verdad experimentada en nuestras vidas y no de conceptos o teorías aprendida, ya que solo quien se encuentra con Jesús desde la desnudes de su conciencia y se deja transformar por él, puede manifestar al mundo que aunque Dios conoce nuestra miseria el nos salva y  nos libera simple y llanamente porque nos ama y así otros viendo mi transformación pueden buscar su propio encuentro liberador con Cristo, pasando de los discursos a la práctica del amor.
Vale la pena que nosotros emprendamos el camino hacia  el poso de nuestra vida, sin  importar lo duro que esto sea y encontrarnos allí con Aquel que nos  ama y que quiere acompañarnos a entrar en las profundidades de nuestros  posos para salir de allí renovados y con ganas de gritar al mundo que el amor liberador de Cristo nos devuelve la dignidad de hijos de Dios y restituye nuestra verdadera humanidad.

martes, 22 de marzo de 2011

LA PASIÓN DE TODO EL CUERPO DE CRISTO

Señor, te he llamado, ven de prisa. Esto podemos decirlo todos. No lo digo yo solo, sino el Cristo total. Pero es más bien el cuerpo quien habla aquí; pues Cristo, cuando estaba en este mundo, oró en calidad de hombre, y oró al Padre en nombre de todo el cuerpo, y al orar caían de todo su cuerpo gotas de sangre. Así está escrito en el Evangelio: Jesús oraba con mayor intensidad, y sudó como gruesas gotas de sangre. Esta efusión de sangre de todo su cuerpo no significaba otra cosa que la pasión de los mártires de toda la Iglesia.

Señor, te he llamado, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Al decir: Te he llamado, no creas que ya ha cesado el motivo de llamar. Has llamado, pero no por eso puedes estar ya seguro. Si hubiera terminado ya la tribulación, no tendrías que llamar más; pero, como que la tribulación de la Iglesia y del cuerpo de Cristo continúa hasta el fin de los siglos, no sólo hemos de decir: Te he llamado, ven de prisa, sino también: Escucha mi voz cuando te llamo.

Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Todo cristiano sabe que estas palabras suelen entenderse de la Cabeza en persona. Cuando, en efecto, declinaba el día, el Señor entregó voluntariamente su vida en la cruz, para volver a recobrarla. Pero también entonces estábamos nosotros allí representados. Pues lo que colgó del madero es la misma naturaleza que tomó de nosotros. Si no, ¿cómo hubiera sido nunca posible que el Padre abandonara a su Hijo único, siendo ambos un solo Dios? Y sin embargo, clavando nuestra frágil condición en la cruz, en la cual, como dice el Apóstol, nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, clamó en nombre de este hombre viejo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Aquella ofrenda de la tarde fue, pues, la pasión del Señor, la cruz del Señor, oblación de la víctima salvadora, holocausto agradable a Dios. Aquella ofrenda de la tarde se convirtió, por la resurrección, en ofrenda matinal. Así, la oración que sale con toda pureza de lo íntimo de la fe se eleva como el incienso desde el altar sagrado. Ningún otro aroma es más agradable a Dios que éste; este aroma debe ser ofrecido a él por los creyentes.


De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 140, 4-6: CCL 40, 2028-2029)

viernes, 18 de marzo de 2011

DOMINGO 20 DE MARZO

Mateo  17: 1 - 9

1
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto.
2
Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
3
En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él.
4
Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
5
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.»
6
Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo.
7
Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.»
8
Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo.
9
Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»



Hoy la liturgia nos presenta, en el evangelio de Mateo, la trasfiguración del Señor, en la presencia de los discípulos más cercanos: Pedro, Santiago y Juan. Esta manifestación gloriosa es un preámbulo de lo que será la gloria plena de Jesús cuando regrese al Padre. Preámbulo también para el deseo de todo ser humano, estar cara a cara con Dios.
El acontecimiento se da en un “monte alto”, en un lugar apartado. Pues los encuentro con Dios se dan en la intimidad de los espacios y del tiempo. Nuevamente la altura, el monte, es escenario de revelación, de una entrega divina, como Moisés en el monte Sinaí. Esta revelación es precisamente en el “Hijo amado” a quien la ley y los profetas, representada en Moisés y Elías, le sostiene en su misión redentora. Como también es sostenido por la presencia del Padre, que está complacido en la fidelidad del Hijo, por ello ordena con gran fuerza: “Escuchadle”.
Esta orden divina, “Escuchadle”, nos sitúa ante Jesús el Cristo como el verdadero mesías y enviado a revelar los deseos del Padre, él ha sido fiel, por tanto ha entregado el proyecto a plenitud y el Padre lo resalta en estos últimos momentos de su vida pública, hace hincapié a los discípulos en que todo lo que el maestro ha realizado son sus deseos. De esta manera encontrarnos con la trasfiguración del Señor en este tiempo cuaresmal nos impulsa a buscar una relación más intima con el evangelio, un encuentro que enrice en nuestra vida las palabras, las acciones, los pensamientos y en sí toda la vida humana de Jesús de Nazaret. Pues solo el centrarnos en la persona de Jesús nos permite ir perfeccionando nuestro deseo de vida cristiana.
Reconocer que Jesús es el mesías, que es el único que nos puede conceder la salvación, no debe causarnos miedo, ya que al encontrarnos con todo su esplendor, el nos dice: “Levantaos, no tengáis miedo”. Levantémonos de nuestros pecados, de nuestras caídas, de nuestros descuidos, de nuestra flaqueza espiritual, y emprendamos el camino junto a él.   

jueves, 17 de marzo de 2011

LA ORACIÓN COMO CAMINO DE FIDELIDAD

Objetivo:
Descubrir que la oración es el primer camino para entablar una relación personal con Dios, con el prójimo y conmigo mismo.

Desarrollo:
                        Cuando hablamos de la oración cristiana debemos revisar la oración de Jesús de Nazaret, él nos anima, nos educa, nos muestra la verdadera oración. Una oración que es de confianza y de íntima relación, estas entre otras: Lucas 3:22; Lucas 9:18; Lucas 9:29; Lucas 22:44.

La oración es una cuestión de fe y de relación

La fe nos lleva a buscar a Dios, nos abre el camino al amor, da respuesta a los interrogantes, dinamiza y transforma nuestra vida y se expresa por medio de una relación íntima con Dios y un gran respeto por los seres humanos y por la creación. La fe, la oración y el amor (las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad) van siempre de la mano. Crecer en uno de estos aspectos es favorecer el crecimiento en los otros. No obstante a veces constatamos que aunque empleamos muchas horas en estar con Dios, no  se dan muchos cambios en nuestra vida, el crecimiento en el amor es pobre y nuestra fe también es débil. ¿Por qué se da este fenómeno? Quizás seguimos viviendo con una fe impuesta, presupuesta, heredada y no asumida.

Y esto se da porque generalmente la educación para la vida y para la fe se ha basado en los dos principios del deseo (disfrute, premio, recompensa, cielo) y de la deuda (deber, obligación, castigo, condenación, infierno). Parece muy natural orientar la vida movidos por esos dos principios. De hecho millones de seres humanos han tenido esa experiencia. Pero esos principios entran rápidamente en crisis cuando se comienza a ejercer la libertad, cuando se encuentran razones para cambiar de actitud, cuando se va madurando.

La relación que dura y que se madura con las pruebas es la relación de amistad, apoyada en valores y especialmente en el amor. Recordemos la expresión de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras - si te callas, hazlo por amor; si gritas, también hazlo por amor; si corriges, también por amor; si te abstienes, hazlo por amor. - Cuando la raíz del amor está dentro de nosotros sólo puede salir lo que es bueno”... (Homilía VII, párrafo 8)

Cuando la persona actúa por deseo o por miedo y no por convicción o por amor, puede caer en la doble moral de observar una conducta cuando cree que alguien la mira y otra cuando cree que nadie la mira. Puede caer también en el culto a su propia imagen, en el perfeccionismo, en la inseguridad por miedo a equivocarse.

En cambio la fe adulta se mueve por el amor, la respuesta coherente a una determinada vocación, la amistad verdadera, la certeza de que alguien, mayor que yo, me ama a pesar de mis incoherencias, la esperanza de que quien confía en Dios nunca será defraudado. Esa fe crece en un clima de relación periódica con Dios que es a la vez exigente y amoroso, Padre y Hermano, fuerza creativa que transforma y pura ternura que abraza.

Para salir del esquema “deseo-deber” es importante tratar de llegar al núcleo de nuestro ser, al centro de nosotros mismos, donde se esconden todos nuestros tesoros, donde hay una plenitud en germen y un campo de cultivo cuidado por el mismo Dios. Cuando contemplamos a Dios dentro de nosotros mismos, amándonos, aceptándonos como somos e invitándonos a crecer, ya no tenemos necesidad de competir con otros, de aparentar lo que no somos, de poseer obsesivamente, de controlarlo todo.

Cuando logramos sentir que somos como polluelos bajo las alas de la gallina, se cura nuestro miedo a ser desaprobados por los otros y ya no necesitamos buscar modelos ajenos para imitar. Al ir al fondo de nosotros mismos, donde habita Dios, comenzamos a trabajar seriamente en la búsqueda del amor, de la verdad y de la libertad, pasando así, progresivamente de una fe infantil e inmadura a una fe adulta.

El Umbral de la oración

No es oportuno entrar en oración apresuradamente, a la ligera con afanes. Tratemos de crearnos un umbral antes de comenzar nuestra experiencia de oración. La siguiente experiencia va progresivamente desde el umbral hasta la oración profunda.



Me abro a Dios

Me ubico en un lugar acogedor, adopto una buena posición corporal, es decir, una posición donde no haya ningún tipo de tensión muscular. Comienzo a respirar lentamente, tomando y expulsando el aire por la nariz, durante algunos minutos. Puedo convertir este ejercicio de respiración en oración: Al tomar aire digo mentalmente: “Jesús” y al expulsar el aire digo: “purifícame”. Me quedo un buen rato orando así. Luego sigo adelante.

Siento su presencia

Comienzo ahora a percibir los ruidos y sonidos que me rodean y descubro dentro de ellos la vida de Dios, su amor y su presencia. Alabo a Dios por todo eso. Consciente de la presencia amorosa de Dios, hago la señal de la cruz pausadamente, e invoco en voz baja a la Santísima Trinidad. Entro ya de lleno en el “santuario de la oración”.


Me dejo fascinar por su belleza


Observo una cualidad de Dios, por ejemplo su misericordia, o su paciencia, etc. y le alabo, le doy gracias y admiro su grandeza.



Le contemplo

Sigo disfrutando en silencio, de la presencia amorosa de Dios, me centro en Él, intento escucharlo sin razonamientos, sin muchas palabras, amándole intensamente. Paso así mucho tiempo… Al final, cuando vaya a terminar mi rato de oración, hago de nuevo un gesto bien claro de adoración, como la señal de la cruz, o una inclinación profunda, o digo pausadamente: Gloria al Padre que me creó, gloria al Hijo que me redimió y gloria al Espíritu Santo que me santificó…
Terminada mi oración regreso a mis actividades ordinarias.

























Apuntes de la Semana de Oración
Mario Agudelo SDS

viernes, 11 de marzo de 2011

DOMINGO 13 DE MARZO

Mateo  4: 1 - 11

1
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2
Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.
3
Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
4
Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
5
Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo,
6
y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»
7
Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.»
8
Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria,
9
y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»
10
Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.»
11
Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.



La afirmación de Mateo “llevado por el Espíritu” nos deja ver que es una acción voluntaria de Jesús, aceptada por él. Y “para ser tentado por el diablo” nos permite ver que Este que había recibido la misión por parte del Padre, tiene un contrario, un opositor a esa misión. Pues Jesús va al desierto para ser tentado después de su bautizo y de las palabras del Padre: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. Acepte al Señor en tu vida y descubre cuáles son tus contrario.  
Mateo nos hace pensar que las tentaciones a Jesús surgen después de los cuarenta días de ayuno, pero gracias a las afirmaciones de los evangelistas Marcos y Lucas, podemos afirmar, sin duda, que Jesús es tentado durante los cuarenta días. Su contrario, el diablo, deseaba apartar al enviado de su misión, era la piedra en el zapato. Las realidades humanas buscan desvirtuar las realidades divinas, su fantasía quiere derrumbar el oro que nos da Dios. El demonio quiere tentarlo con fantasía, con regalos terrenales, con dones efímeros, pero Jesús tiene las respuestas correctas y es fiel al proyecto del Padre, sus respuestas son sabías porque son Palabras que Dios ha revelado.
El maligno siempre nos pinta paisajes hermosos que no permiten descubrir lo que hay más allá de ellos. El es el dueño de la mentira, es el experto en mostrarnos lo que no es para que aceptemos ciegamente. Pero Jesús, que es verdadero hombre, logra triunfar al mal y a su mentira porque tiene clara su misión y conoce la voluntad de Dios. Este evangelio nos debe llevar a preguntarnos ¿conocemos la misión encomendad? ¿Conocemos y aceptamos la voluntad de Dios? ¿vencemos las mentiras propuestas por el maligno?
Si nuestra vida muchas veces no tiene sentido, es precisamente porque nos hemos alejado del proyecto de Dios que tiene para nosotros, y nos hemos contentado con las mentiras que nos ofrecen en cada esquina. Desconocemos que el amor de Dios nos hace libres y fuertes para vencer las propuestas malignas que no da paso a la realización de los hijos de Dios, porque provienen de la mentira. Esta cuaresma nos debe permitir entrar en nosotros y descubrir de qué bando me encuentro. Si no he logrado vencer las tentaciones es porque no entrado en la presencia de Dios. Ánimo y en la oración, en la contemplación, en la vida fraterna, vence aquello que no te ha permitido dar el paso de iniciar el seguimiento del Señor. Jesús nos muestra en este evangelio que él como hombre también venció la tentación, y nos muestra que nosotros también podemos.