Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

viernes, 29 de julio de 2011

DOMINGO 31 DE JULIO

Mateo  14: 13 - 21
13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
15 Al atardecer se le acercaron los discíplulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»
16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.»
17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»
18 El dijo: «Traédmelos acá.»
19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.



La palabra de hoy nos sigue mostrando a Jesús como el hombre que siente compasión y reconoce la necesidad tanto física como espiritual del ser humano; ha estado enseñando todo el día al pueblo, un pueblo que ha encontrado en él palabras que dan vida y que alimentan su alma y espíritu; pero Jesús reconoce que es necesario también el alimento físico que fortalece el cuerpo, por eso, al ver al gentío, siente compasión y les da de comer; y ante la inquietud de sus discípulos, de despedir a la multitud para que compren comida, les replica: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer”.
Es una invitación también a compartir, a ser solidarios ante la necesidad del hermano, pues, no es necesario tener abundancia para poder ayudarnos los unos a los otros, es simplemente ser compasivos, solidarios y bondadosos como lo hace Jesús, que ve más allá de lo que los discípulos ven; y es capaz de compartir y repartir solo cinco panes y dos peces  confiando en que alcanzaría para alimentar a todo el gentío.
La mesa de la Palabra, del pan y el vino es servida para que también nosotros nos alimentemos corporal y espiritualmente, del Cuerpo y la Sangre de Cristo, quien ha querido quedarse en este sacramento, para saciarnos la sed y el hambre que no nos permite ser verdaderos discípulos compasivos y misericordiosos ante la necesidad humana.
Hermanos y hermanas mías, el Señor nos invita e insiste a que seamos instrumentos en la construcción del Reino, siendo hombres y mujeres compasivos y solidarios, que han descubierto en el encuentro eucarístico el momento privilegiado para crecer espiritual y corporalmente al alimentarnos de su palabra de vida y de su cuerpo y su sangre, que son alimentos de vida eterna.
Que el Divino Salvador sea nuestro maestro y alimento en nuestro diario caminar.

viernes, 22 de julio de 2011

DOMINGO 24 DE JULIO

Mateo  13: 44 - 52

44
«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.»
45
«También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas,
46
y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
47
«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases;
48
y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos.
49
Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos
50
y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
51
«¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.»
52
Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.»



El Señor Jesús hoy nos invita a darle el lugar y el valor que tiene el reino de Dios. Muchos hemos desfigurado el reino de Dios, propuesto por Jesús, pensando que ese reino es después de este mundo, que todavía no se construye, que falta mucho para ello o sencillamente que es lejos de  los días cotidianos.

Pero no es así, Jesús nos dice que el reino de Dios es un gran encuentro, un gran hallazgo, un descubrimiento que no queremos soltar. Pero cómo vamos a querer soltar si ese reino nos trae lo que más buscamos, la paz y la felicidad.

¿En qué consiste ese reino? Consiste en comprender que la vida es mucho más que tener cosas, objetos materiales, poseer poder o satisfacer nuestros deseos. La vida está creada para buscar y desarrollar lo más íntimo y profundo de nuestro ser. La vida es un regalo que posee muchos regalos internos que hay que ir descubriendo.

¿Acaso no sentimos mayor felicidad cuando descubrimos un talento, o cuando hacemos sentir bien a alguien con nuestra presencia, o cuando realizamos una llamada a un ser querido, o cuando admiramos la belleza de la naturaleza, o cuando logramos comprender algo incomprendido, o cuando sabemos que podemos amar y ser amado, o cuando recibimos un beso, un dulce, un abrazo de alguien muy cercano…?   Ese es el Reino que nos propone Jesús, el que nos toca lo más íntimo de la esencia humana.

Pero quien no ha comprendido este reino no tiene otra opción que separarse de la presencia Divina. La Santísima Trinidad, que nos ama tanto, no puede más que dejar que nuestra elección guie nuestro fin eterno. Dios gozaría si nosotros lo eligiéramos a él, y viviéramos su evangelio, pero no nos obliga. Querido hermano o hermana, escucha con atención el mensaje de Jesús y te darás cuenta que es liberador, opta por él y sé feliz.

miércoles, 20 de julio de 2011

Independencia de Colombia

Hoy el pueblo colombiano recuerda un año más de independencia, ya son 201 año de haber dado la lucha para ser libres, para liberarse del pueblo conquistador, de los españoles. La libertad de un pueblo es el paso primero para triunfar y hacer grande, es el desaohogo de la opreción, es la dicha de saber que se tiene lo propio y se lucha por lo propio.
El ser humano nació para ser libre y más aún un pueblo debe sentirse libre y ser libre. La libertad es un don de Dios, es el segundo don más maravilloso que él no puede dar después de la vida. Es la libertad la que nos deja y nos da paso para ser nosotros y no ser lo que otro u otros quieren que seamos.
Que cada colombiano permita que Dios siga bendiciendole y bendiciendo la patria Colombia. Los salvatorianos colombianos que presatamos el servicio pastoral en el Ecuador, más concretamente en el Cumbayá, nos alegramos por este acontecimiento y participamos de esta fiesta. El P. Emilio Obando SDS ha realizado la oración en la Plaza Grande, donde se llevó acabo la ofrenda floral a los héroes que dieron la vida en la independencia, este acto organizado por la embajada de Colombia en el Ecuador.


viernes, 15 de julio de 2011

DOMINGO 17 DE JULIO

Mateo  13: 24 - 43

24
Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
25
Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
26
Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
27
Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?"
28
El les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Dícenle los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?"
29
Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
30
Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero."»
31
Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo.
32
Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.»
33
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»
34
Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas,
35
para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
36
Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.»
37
El respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
38
el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno;
39
el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40
De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo.
41
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad,
42
y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
43
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.


Las lecturas de este domingo 16 del tiempo ordinario, nos recuerdan que la misericordia de Dios trasciende la fragilidad humana y que la semilla de su reino sembrada en los corazones de  hombres y mujeres que la escuchan y se esfuerzan por vivirla, no se acaba ni por la maldad que hay en el mundo. La maldad aparentemente parece ser mayor a la bondad, pero los buenos debemos continuar luchando por gritarle al mundo que  la bondad sembrada en el corazón humano debe crecer como el arbusto de mostaza, que no únicamente debe crecer hermoso, sino abrirse a albergar en sus ramas a aquellos que buscan sombra e incluso alimento de vida.
Para aquellos que enredados en un mundo de facilismos y engaños que nos lleva  a creer que  es lo único que existe y que no hay otra salida más que dejarnos arrastrar por la corriente; aparece la opción de aquellos que apuestan por un mundo diferente, que creen que un mundo nuevo es posible, y aunque lamentablemente tienen que enfrentarse a toda esta corriente negativa, es la valentía, la lucha y la confianza que nos presenta Cristo en su palabra que hace de estas personas ese fermento en la masa que de a poco va fermentando todo.
Un cristianismo humanamente trascendente  es posible, creer que ser discípulo de Cristo es más que rezar y cumplir con preceptos y tradiciones, que no nos liberan en plenitud, que construir el Reino de Dios es comprometerse con el aquí y ahora de nuestra historia sembrar esperanza y misericordia en el corazón humano, venciendo los individualismos y construyendo fraternidad, eso es ser fermento en la masa, ser grano de mostaza y sobre todo ser el trigo que vence  la cizaña  sembrada en el campo, que jamás podrá eliminarlo por más que parezca crecer con mayor fuerza,  la semilla de amor sembrada por Cristo en este mundo continuará creciendo y somos los cristianos los que venciendo el pasivismo haremos posible el verdadero Reino de Dios.
No nos dejemos amedrentar por aquellos que dividen, que siembran el mal y que buscan sus propios intereses, que a pesar de la propaganda que el mal tiene porque el bien aunque silencioso sigue creciendo en la humanidad “por cada bomba que hace ruido y destruye, hay miles de caricias que unen y sanan heridas” (Facundo Cabral)