Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE

El alimento de la fe

La fe cristiana está sostenida en la revelación de Dios. Él ha querido acercarse a su creatura, desde el mismo acto de crear; le concedió al hombre ser su imagen. Por tanto, lo que podamos decir de Dios, el balbuceo del discurso de lo divino y de la misma persona divina, lo podemos decir porque Él se nos ha revelado. Él mismo ha quitado el velo que no nos permitía acercarnos a su verdad. Y para gloria del hombre, la revelación de Dios llegó a tal punto que se encarnó, tomó condición humana, sin dejar de ser Dios, nació, vivió y murió, aunque su muerte fue causada por el mal de quienes le condenaron injustamente. “Con su encarnación, con su venida entre nosotros, Jesús nos ha tocado…”[1].

Pero esta acción divina, de tocarnos, como lo afirma el Papa Francisco, no ha cesado, continúa, pues así lo afirma también el mismo Pontífice: “…y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca; de este modo, transformando nuestro corazón, nos ha permitido y nos sigue permitiendo reconocerlo y confesarlo como Hijo de Dios.”[2].

Es así, el alimento de nuestra fe es el mismo Jesús de Nazaret. Y para alimentarnos con Él nos urge activar todos nuestros sentidos. Primero en los siete sacramentos, donde Él mismo actúa a través del ministro consagrado, queriéndonos tocar para entregarnos su gracia. Luego, con la gracia recibida, abrimos los ojos para contemplarlo en los rostros del mundo, en especial en aquellos que este mundo, contrario al proyecto de Dios, son crucificados continuamente; los oídos para escuchar el clamor de los que sufren; el gusto para saborear el amargo vinagre que proporcionan los malvados; el olfato para descubrir el pecado de la injusticia y el egoísmo; y el tacto para ser sus manos y sus pies, manos que acogen al que sufre y pies que buscan al necesitado.

Cristo nos alimenta en los siete sacramentos y en los sacramentales del día a día. No lo olvidemos.




[1] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 31
[2] Ibíd.