Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

jueves, 2 de agosto de 2012

Formando a los hijos hoy


Nos encontramos en un mundo que se desinteresa por las personas, por los individuos, por sus verdaderas necesidades, pero curiosamente sumerge al hombre en el deseo de individualidad, de tal manera que olvida que hace parte de un grupo, de una sociedad, de una familia. Y las familias son muy propensas a dejarse seducir por esta tendencia social. Con toda tranquilidad viven bajo un mismo techo sin conocerse, sin amarse, sin confianza; pueden vivir creyendo que tienen tales valores, pero ¿al relacionarse los miembros de la familia lo siente?

El problema de las familias no son los avances, no son los programas de televisión, no son las influencias de afuera, sino la claridad de la misión que tiene los padres. Cada época da las herramientas necesarias para brindar una sana formación a las nuevas generaciones, se hace necesario vislumbrarlas y asimilarlas; junto a estas herramientas siempre han existido valores que nunca cambiarán, tales como la unidad, el conocimiento de las personas, la confianza, todo sostenido por el amor.  

Unidad en la Familia

Mat 19:4-6  El respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, = los hizo varón y hembra, =  (5)  y que dijo: = Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? =  (6)  De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.»

La verdadera unidad familia comienza con la unidad de la pareja, que han decidido amarse por toda la vida. Es tan fuerte esta unidad, que Jesús nos habla de formar una sola carne: así lo ha querido el Padre Celestial, así lo ha pensado y así nos lo ha pedido vivir. Y claro, esa unidad, querida, pensada y pedida por Dios, tiene su plenitud en el sacramento del matrimonio, momento sacramental con el que le decimos a Dios sí acepto amar a esta mujer o este varón como medio por el cual alcanzar mi realización y mi felicidad.[1]
Por tanto si la pareja está unida y está bien, será más fácil brindar una sana formación a los hijos. Pero en el caso de no tener una pareja constituida, sino que se es cabeza de hogar, la unidad debe estar entre el padre o la madre con sus hijos.

Miembros que se conocen

Los miembros de la familia deben estar muy atentos para no olvidar que cada uno es un ser distinto a los otros. Podemos tener “parecidos”, asimilarnos al padre, a la madre, entre hermanos o a algún otro familiar, pero nunca seremos ellos. Dios nos creo únicos y nos vamos constituyendo únicos.

De esta manera podemos tomar conciencia que son odiosas y no muy formativas frases como: “qué pasa contigo, ve a tu hermano”, “por qué tu primo sí puede y tú no logras realizarlo”, “cuando yo tenía tu edad yo era, yo ya hacía”, “eso todo mundo puede hacerlo, ¿y tú no? entre otras. Estas frases nos muestran que no nos conocen, que ignoran nuestras capacidades y nuestra manera de enfrentar la vida.  Los padres de familia para formar deben comprender a cada hijo como es, debe valorar lo que tiene, y animarlo para que crezca en sus dones y talentos. Recordemos lo que nos dice San Pablo:

Rom 12:4-6  Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función,  (5)  así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros.  (6)  Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada.

Confianza en la familia
  
   Luc 2:48-52  Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.»  (49)  El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»  (50)  Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.  (51)  Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.  (52)  Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

La confianza en cada acción de los miembros es de gran valor, cumple la función de alimentar la confianza en sí mismo. Una persona que no se siente respaldada por la confianza de sus seres queridos, puede perder la confianza en sí misma.

Sí nos conocemos porque estamos unidos nos tenemos confianza. Es importante que los hijos sientan que sus padres le respaldan en sus metas, en sus sueños, en sus deseos y en su realización humana. Se hace necesario dar respiro, dar apertura, permitir que se equivoquen y que caigan para que crezcan. Hay que saber confiar.


[1] Haciendo un paréntesis. No podemos olvidar que la vida de los hombres cuenta con decisiones equívocas, las cuales no nos permiten constituir este deseo de Dios. Y Dios nunca rechaza a una madre o a un padre cabeza de hogar, antes bien le acompaña y le asiste en su caminar; pero sí le pide fidelidad a su misión, de cabeza de hogar, con dignidad.