Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

viernes, 10 de agosto de 2012

La Reconciliación


Nos encontramos sumergidos en una sociedad que nos impulsa al egoísmo, al consumismo, al individualismo, al relativismo y al desinterés por el otro, realidad que sin darnos cuenta nos hace ofensores de nuestros seres queridos y de otras personas que están en nuestro entorno. Con mucha facilidad gritamos, maltratamos verbal o físicamente, eliminamos, ignoramos, despreciamos, criticamos, etc. Todo con tal de que mi yo crezca, de alcanzar lo que me propongo, de tener lo que quiero, de sentir que están a mis pies. Bien lo afirma el Papa Benedicto XVI en su saludo de cuaresma 2012: “¿Qué es lo que impide la mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás.”.

De esta manera ante una sociedad enemistada consigo mismo, con el prójimo y con Dios, por tener la mirada lejos de la verdad, nos urge una sincera RECONCILIACIÓN. Necesitamos un mundo que se construya desde el perdón.

La Vida
Mar 8:35-37  Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.  (36)  Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?  (37)  Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?

El Señor Jesús tiene claro que cuando el hombre se aferra a las cosas pasajeras y poco profundas está destinado a destruir su vida, Él nos propone una vida con sentido, la vida que se fundamenta en la verdad, en el amor, es decir, en la realización plena del hombre. Muchos ven esta propuesta como superficial, sin una meta, simple; y entonces se aferran a lo material, a los triunfos y a satisfacer sus deseos (tener, poder y placer), dejando de lado la propuesta de Jesucristo.

Y sin mirar la propuesta de Jesús ponen todas sus energías en alcanzar lo que supuestamente le concederá la felicidad; sin importar a quien tenga que hacerle daño, quien tenga que pagar sus malas decisiones o quien tenga que sufrir sus ofensas. El hombre egoísta destruye su vida, la de los otros y la relación con Dios. Pues todo parece que estuviera en contra de sí mismo. Va por el mundo estropeando proyectos de vidas ajenas. 

La Reconciliación
Existen tres sujetos a los que debemos perdonar en nuestra vida: a Dios, a los otros y a sí mismo. A Dios por todo lo que le hemos entregado como suyo y no lo es; a los otros por los momentos que con conciencia o sin ella le ofendemos, y a nosotros mimos por las malas decisiones que hemos tomado en la vida.

La reconciliación es el momento en el que purificamos nuestro corazón de rencores que hemos dejado reposar durante los días de nuestra vida; pero al perdonar no olvidamos, pues no se puede olvidar la ofensa recibida. Perdonar es tener la capacidad de recordar sin dolor. Hemos perdonado en el momento en el que asumimos la vida desde Dios. Y cada RECONCILIACIÓN es un acto de SALVACIÓN, por la sencilla razón que quien perdona ama y quien ama tiene a Dios y quien tiene a Dios vive en su reino.

Sacramento de la Reconciliación

Juan 20:21-23  Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»  (22)  Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.  (23)  A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

El evangelista Juan nos deja ver claramente que la reconciliación es una acción directa de la Santísima Trinidad: el Padre envía, el Hijo constituye la Iglesia y el Espíritu Santo actúa por medio de los ministros consagrados.

Cuando pensamos en el sacramento de la Reconciliación debemos tener en cuenta que no es la acción de un hombre al que le llamamos padre, sacerdote o cura, sino que es la misma Santísima Trinidad quien concede la gracia reconciliadora. Es un acto de fe y de confianza al misterio que Dios nos ha dejado en el seno de la Iglesia.

La reconciliación o confesión como se suele llamar no es una acción de compromiso o de deber cristiano, es un llamado a buscar constantemente vivir en la gracia de Dios, construir un mundo de paz y reconocer las malas decisiones y las equivocaciones cometidas.