Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

viernes, 29 de abril de 2011

DOMINGO 01 DE MAYO

Juan  20: 19 - 31

19
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»
20
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
21
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
22
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.
23
A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
24
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
25
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»
26
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.»
27
Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.»
28
Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.»
29
Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»
30
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro.
31
Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.



Después de una fuerte tormenta viene la tranquilidad, la paz. Es precisamente esta idea la que nos entrega el evangelista Juan hoy en este pasaje bíblico: Jesús pasó por una fuerte tormenta, una tormenta con rayos y truenos, una tormenta que perturbó su paz y su tranquilidad; pero el Padre le ha concedido la paz, la tranquilidad. Este es el primer mensaje que nos trae el evangelio hoy: Cristo resucitado ha recibido una paz que nos comparte y nos concede para que superemos las perturbaciones que esta vida da.
La paz que Jesús el Cristo irradia a toda la humanidad, es transmitida por la Iglesia. La Iglesia tiene el deber de sentir, vivir y trasmitir la paz que ha recibido de Dios. Pero comprendamos que cuando decimos Iglesia hablamos de todos los bautizados, por tanto tú y yo estamos llamados a despertar la idea de paz y actualizarla. Esta Iglesia organizada, tiene claro la misión encomendada por el mismo Jesús: entregar la paz a todos. Pero la paz en el varón y la mujer radica en sentirse amado y reconciliado, eh ahí la importancia de valorar el sacramento de la confesión, no como una obligación o como una ley, sino como el deseo de restablecer la amistad desgarrada con Dios. Es en la confesión en el momento en el que hacemos tangible las palabras de Jesús: “A quién  perdonen los pecados le quedarán perdonados y a quién se los retenga les queda retenido”,  un  mandato que está cimentado en la presencia del Espíritu Santo: “Reciban el Espíritu Santo”.
Y es importante en la fe, no olvidar que no puede ser siempre comprobada con el tacto o con los ojos, sino tener el corazón abierto al misterio de Dios que ha manifestado. Puesto que nuestra fe cristiana católica es comunitaria, es la fe que recibo y comparto en una comunidad. Así como valoras los sacramentos y todas las acciones litúrgicas, valora también con mayor intensidad la presencia de tus hermanos en la fe, en esos momentos litúrgicos. La misa debe ser el primer espacio y tiempo en el que hacemos una comunidad y valoramos la fe de cada uno de los que forman la comunidad.