Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

jueves, 11 de agosto de 2011

La fidelidad de la Madre

Contemplar a la Virgen María, es contemplar la fidelidad de la madre, de la hija y de la esposa. María nos enseña que cuando aceptamos a Dios en nuestra vida tenemos un deber que sobrepasa toda realidad humana, deber que sólo puede ser iluminado con la fidelidad.
Y toda fidelidad trae consigo gozo y esperanza, aún en el dolor y en la angustia. María es la madre que asume la misión plena de la encarnación de Jesús, es la madre que se entrega a su misión y nunca abandona a su hijo. María silenciosa junto a la cruz nos habla de la fidelidad que ha entregado al proyecto de Dios. Ella nos enseña que no se puede perder la esperanza, que cuando se ha obrado bien, a la luz del evangelio, Dios no tarda en actuar. La confianza de María, es en sí la confianza en sí misma por haber sido obediente a la voz de Dios, por haber estado atenta a la misión encomendada.
Apreciados hermanos y hermanas, la presencia de María en nuestra fe es fundamental e indispensable, no porque sea una diosa, sino porque es una verdadera discípula de su hijo Jesús el Cristo. Es su discipulado el que admiramos y queremos imitar, cada día que nos acercamos a ella podríamos escuchar: “Hagan lo que Él les diga” (Lucas 25).