Ya eres uno más

SEAS BIENVENID@

Los Salvatorianos en el Ecuador te damos un grato saludo y te invitamos para que no sea tú primera visita, sino que ésta te anime a regresar.

Nos gusta mucho compartir contigo nuestro caminar y nuestra fe, nos gustaría contar con tus comentarios y con tus palabras de aliento.

Que la fe en nuestro Dios Trinidad nos una cada día más, que juntos podamos entregar la buena nueva a todos y de todas las formas que el amor de Cristo inspire a los que aún no lo conocen. Bienvenid@

DESEO SALVATORIANO

Tomando las palabras de Juan les decimos:
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.".

1 Juan 1, 1-3

sábado, 30 de noviembre de 2013

Ministerio del Diaconado

Marco Antonio Cerón Cerón SDS


Gracias infinitas elevamos a Padre Celestial, al Hijo Redentor y al Espíritu Santo Santificador, que hoy nos permite celebrar con alegría en el corazón el ministerio del diaconado a nuestro Hermano Marco Antonio Cerón Cerón SDS. 

Marco Antonio SDS, es quiteño, se formó en la PUCE y es religioso Salvatoriano desde el 29 de junio de 2010. Ha trabajado pastoralmente en nuestras tres presencias en el Ecuador, Cumbayá, Miraflores y Manta. Se ha comprometido en aportar para que la vida salvatoriana crezca y se fortalezca en el Ecuador. 

El 01 de diciembre de 2013, por imposición de manos y oración consagratoria de Monseñor Lorenzo Voltolini, Arzobispo de Portoviejo, fue ordenado Diácono de la Santa Madre Iglesia Católica. Gloria y honor al Dios Trino. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Votos Perpetuos

Jhon Alejandro Perdomo SDS

Hoy 29 de noviembre de 2013, en la Parroquia San Pedro de Cumbayá, en presencia del Padre Juan Carrasquilla Ossa SDS, Superior Provincial de Colombia-Ecuador, Jhon Alejandro Perdomo SDS profesó para toda la vida los votos de castidad, obediencia y pobreza. 

Bendecimos a Dios por este llamado y esta elección, más aun glorificamos su nombre porque permite que nuestra presencia Salvatoriana crezca y se vaya fortaleciendo en el Ecuador. Gracias Señor por tanto amor al proyecto espiritual y de apostolado del Padre Francisco María de la Cruz Jordán SDS. 

Pedimos a todos sus oraciones y su compañía. Y les agradecemos a todos por su aceptación a nuestro apostolado en nuestras presencias en el Ecuador, ya son 25 años de arduo y generoso trabajo por la construcción del Reino de Dios.  

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE

El alimento de la fe

La fe cristiana está sostenida en la revelación de Dios. Él ha querido acercarse a su creatura, desde el mismo acto de crear; le concedió al hombre ser su imagen. Por tanto, lo que podamos decir de Dios, el balbuceo del discurso de lo divino y de la misma persona divina, lo podemos decir porque Él se nos ha revelado. Él mismo ha quitado el velo que no nos permitía acercarnos a su verdad. Y para gloria del hombre, la revelación de Dios llegó a tal punto que se encarnó, tomó condición humana, sin dejar de ser Dios, nació, vivió y murió, aunque su muerte fue causada por el mal de quienes le condenaron injustamente. “Con su encarnación, con su venida entre nosotros, Jesús nos ha tocado…”[1].

Pero esta acción divina, de tocarnos, como lo afirma el Papa Francisco, no ha cesado, continúa, pues así lo afirma también el mismo Pontífice: “…y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca; de este modo, transformando nuestro corazón, nos ha permitido y nos sigue permitiendo reconocerlo y confesarlo como Hijo de Dios.”[2].

Es así, el alimento de nuestra fe es el mismo Jesús de Nazaret. Y para alimentarnos con Él nos urge activar todos nuestros sentidos. Primero en los siete sacramentos, donde Él mismo actúa a través del ministro consagrado, queriéndonos tocar para entregarnos su gracia. Luego, con la gracia recibida, abrimos los ojos para contemplarlo en los rostros del mundo, en especial en aquellos que este mundo, contrario al proyecto de Dios, son crucificados continuamente; los oídos para escuchar el clamor de los que sufren; el gusto para saborear el amargo vinagre que proporcionan los malvados; el olfato para descubrir el pecado de la injusticia y el egoísmo; y el tacto para ser sus manos y sus pies, manos que acogen al que sufre y pies que buscan al necesitado.

Cristo nos alimenta en los siete sacramentos y en los sacramentales del día a día. No lo olvidemos.




[1] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 31
[2] Ibíd.  

jueves, 21 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE

El compromiso del creyente

En el 2012, el Papa Benedicto XVI invitó a toda la Iglesia Católica a vivir el año de la fe, que iniciaría el 11 de Octubre del mismo año y finalizaría el 24 de noviembre del 2013, en la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Y así se ha realizado.

Y en la convocatoria, para vivir el año de la fe, el Papa Benedicto XVI, en su documento Porta Fidei (La puerta de la fe), nos exhortó diciendo: “La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo”[1]. Fue claro el Papa en invitarnos a reforzar nuestra fe personal para compartirla, para no quedarnos con ella, crecemos en la fe para sembrar un mundo nuevo, que sea el Reino de Dios. De lo contrario tener fe en Jesús no tiene sentido, si es un amor recibido y no compartido, es vacía esa fe.

Luego, ante la renuncia del Papa Benedicto XVI, llegó el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, un argentino dinámico y lleno de amor, que eligió llamarse como el pobre de Asís, Papa Francisco. Este hombre, carismático por naturaleza, continuó animando a la Iglesia a vivir el Año de la Fe. Y en su primera Carta Encíclica, nuevamente los fieles cristianos, escuchamos la exhortación del vicario de Cristo, una voz distinta en la sede de Pedro, pero en la misma línea: “Quien se ha abierto al amor de Dios, ha escuchado su voz y ha recibido su luz, no puede retener este don para sí. La fe, puesto que es escucha y visión, se transmite también como palabra y luz.”[2].

No hay vuelta de hoja, no hay que decir más. El compromiso del creyente en Jesús de Nazaret está llamado a entregar lo que ha recibido, debe contagiar a otros, debe permitir que otros se sientan amados por Dios y así todos podamos construir el Reino de Dios que vino a sembrar el mismo Señor Jesús. Y lo hacemos como Él lo hizo, encendiendo la llama de la luz en otros, “La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona, como una llama enciende otra llama.”[3].      



[1] Benedicto XVI, Carta Apostólica en forma de MotunPropio: Porta Fidei, No. 7.
[2] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 37.
[3] Ibídem.  

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE


La fe en el amante divino

Pudiéramos pensar que la fe en Jesús se fundamenta en sentimientos vacíos, en tradiciones históricas, en vivencias ajenas o en una imposición religioso-cultural. Y sí, puede ser que sí. Por ello, para que la fe esté bien cimentada necesitamos encontrar en ella la verdad, necesitamos acercarnos al misterio que contiene y que la sostiene. Necesitamos que la fe en Jesús sea fe sostenida desde lo más íntimo de cada creyente, que no se sostenga del exterior del hombre sino de su propio interior.

Y para que esto sea posible, tenemos que des-aprender, quitar de nuestro entendimiento la idea que Dios es como un  motor que mueve todo y que Jesucristo vino solo al mundo a morir en la Cruz. Tenemos que darle el lugar que Dios tiene por excelencia: es un Sujeto, una Persona, es Otro que ha querido crear otros distintos a Él para comunicarse y para entregar lo que es por esencia: AMOR. Dios es el amante y nosotros los amados. Dios es el que ha creado y se ha encarnado, en la persona de Jesús, para más amarnos y más acercarnos a su presencia divina.

Y es precisamente en la relación del amor, del Tú con el tú, como podemos alcanzar la fe, no en una idea, en un proyecto, en un sueño o en una utopía humana, sino en una Persona, que comparte nuestra humanidad pero que tiene algo más que nos hace falta a nosotros y a Él lo tiene en abundancia. “Él nos dice quién es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente hombre. Él nos indica el camino y este camino es la verdad, Él mismo es ambas cosas, y por eso es también la vida que todos anhelamos.”[1].

Dejemos de creer en la persona de Jesús por tradición o por simpatía y emprendamos el camino de conocerlo, para amarlo y así servirlo. “…la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro”[2]. La mejor manera de crecer en la fe es dejándonos amar por el amante.




[1] Benedicto XVI, Carta Encíclica: En Esperanza fuimos Salvados, No. 6.
[2] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 34. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE

La fe verdaderamente cristiana    

El cristiano para vivir la fe verdadera, necesita salir del centro de su egoísmo, dejar de ver a Dios desde la propia realidad humana. Cuando contemplamos a Dios desde nuestras categorías, desde nuestras ideas, desfiguramos el Dios vivo que se ha revelado a lo largo de la historia: “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Marcos 12, 26) y podemos continuar diciendo el Dios de los Apóstoles, el Dios de Juan Pablo II, el Dios de Benedicto XVI y el Dios de Francisco.  Para no violentar la verdad de Dios, debemos tener presente que “La fe está vinculada a la escucha”[1], que tenemos necesidad de estar atentos a la palabra predicada y anunciada dentro de la Santa Madre Iglesia. Ser oyentes perseverantes de la Buena Noticia.

De lo contrario caeremos fácilmente en la idolatría, en el fanatismo, en la superstición. La fe en el Dios revelado “…por su naturaleza, requiere renunciar a la posesión inmediata que parece ofrecer la visión, es una invitación a abrirse a la fuente de la luz, respetando el misterio propio de un Rostro (el de Cristo), que quiere revelarse personalmente y en el momento oportuno.”[2]. Cuando no nos dejamos impactar por la persona de Jesús, es cuando nuestra fe se desorienta y nos convertimos en ritualistas, en actores de la religión y quizá en temerosos o temerarios de la relación con Dios.

La fe verdaderamente cristiana es todo lo contrario, es una relación fundada en el Amor infinito, que me permite encontrarme con mi verdad y la verdad del mundo. Y para no falsear esa verdad ni la verdad de Dios “Tenemos necesidad de alguien que sea fiable y experto en las cosas de Dios, Jesús, su Hijo, se presenta como aquel que nos explica a Dios”[3]. Tenemos que acercarnos a Él reconociéndolo como el camino que dirige al Padre, pero también como el buen pastor que nos impulsa a verdes praderas y claro tenemos que acercarnos a Él como el Dios que  nos salva. Es así que “La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacía sí; y esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el camino sobre la tierra”[4].

La verdadera fe cristiana consiste en vivir el día a día contemplando la realidad pero proyectándonos siempre hacía Dios.    





[1] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 8
[2] Ibídem, No 13 
[3] Ibídem, No 18
[4] Op. Cit. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Finalizando el año de la FE

Lumen Fidei 
(La luz de la Fe) 


En un mundo en el que pareciera que la razón pretende ser la luz del hombre, teniendo un señorío que, de alguna manera, gobierna toda la creación, se hace necesario aquietarnos y preguntarnos ¿entregarle toda nuestra realidad humana a nuestra propia razón, nos ha realizado plenamente?, ¿somos más felices?, ¿quizás más hermanos entre todos? o mejor aún, ¿preguntémonos, somos más humanos? Si la respuesta inmediata a este interrogante fuera plenamente positiva no sentiríamos que “El hombre actual parece estar siempre amenazado por lo que produce, es decir, por el resultado del trabajo de sus manos y más aún por el trabajo de su entendimiento (razón), de las tendencias de su voluntad.”[1].

Producir, dejar que nuestra capacidad de raciocinio dé frutos, de ninguna manera es negativo o malo, pero cuando lo hacemos lejos del proyecto de Dios, con nuestra propia autonomía y nuestra soberbia humana, olvidando que fuimos creados con esa capacidad, que se la debemos a Dios, hacemos de nuestras creaciones máquinas que destruyen las relaciones humanas, el hábitat y el bienestar de todos los seres creados. Así descubrimos que la razón sí es una luz, pero fugaz, sin fuerza, sin profundidad, sin plenitud para el hombre, cuando está lejos de Dios.

Al hombre le urge volver la mirada hacia la FE, permitir que ella se su luz. “Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre.”[2]; esta luz va más allá de respuestas fugaces que tiene el hombre, esta luz tiene la capacidad de iluminar el pasado, el presente y el futuro, la fe le da al hombre una respuesta plena y total. Ahora bien, esta fe, de la que te hablamos, que te invitamos a vivir, para que ilumine tu vida, está centrada en una Persona: Jesús de Nazaret. Poner nuestra fe en Él, es dejarnos abrazar por el amor infinito, es dejarnos iluminar por luz incandescente que hace de nuestras oscuridades y tinieblas un día soleado en la armonía de la belleza de Dios. “La fe cristiana es, por tanto, fe en el Amor pleno, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo e iluminar el tiempo.”[3].

Jesucristo es la luz de los hombres, Él mismo nos lo dice: “Yo he venido al mundo como luz y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas” (Juan 12, 46), la luz de la fe es una Persona que ama y acompaña



[1] Juan Pablo II, Carta Encíclica: Redemtor Hominis, No. 15.
[2] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 4.
[3] Francisco, Carta Encíclica: Lumen Fidei, No. 15

martes, 1 de octubre de 2013

Mes Salvatoriano - Septiembre

La familia Salvatoriana, laicos, hermanas y hermanos, tenemos hemos elegido septiembre como el mes de la familia; ya que en él tenemos dos grandes alegrías, primero el 05 celebramos la fiesta de la Beata María de los Apóstoles y el 08 celebramos el nacimiento para el cielo del Padre Francisco Jordán SDS, nuestro fundador. Así que dedicamos todo el mes a reflexionar sobre nuestro carisma, espiritualidad y misión como aprovechamos para compartir e integrarnos cada día más. 

Es por esta razón que durante todo el mes de Septiembre, los días lunes nos fuimos encontrando y compartiendo un tema específico. El último lunes, 30 de septiembre, lo dedicamos a la oración y meditación en familia, participamos de un retiro espiritual. Fue una gran experiencia familiar salvatoriana que alimenta y fortalece el caminar. 

Bendecimos al buen Dios que puso su mirada en el Padre Francisco María de la Cruz Jordán SDS y él se dejó seducir para fundar nuestra familia Salvatoriana, hoy con la presencia en más de cuarenta países y una gama de apostolados. 

Aquí algunas fotos de este compartir familiar: 





































viernes, 27 de septiembre de 2013

Confianza en Dios


P. Francisco Jordán, SDS

“Aunque se levanten olas contra ustedes, aunque surjan persecuciones por todas partes venga lo que viniere, confíen en el Señor y sigan hacia adelante.”

El P. Francisco, fundador de los Salvatorianos, fue el hombre de la confianza en la divina providencia, fue tal su confianza que quiso dejarla a sus hijos espirituales como herencia, en su testamento espiritual, cuatro de ocho numerales fueron dedicados a la confianza en Dios:

1.     Patrimonio perpetuo sea siempre para ustedes la confianza en la Divina Providencia, que les nutra siempre cual próvida madre.

2.     Les dejo la Pobreza perpetua como tesoro precioso y margarita selecta, de la cual Dios les pedirá cuenta en el día del juicio.

3.     En Dios solo pongan toda esperanza y confianza, quien como fuerte guerrero combatirá por ustedes.

4.     Ay de ustedes si confían en hombres y riquezas.

Es una gran enseñanza para todo creyente. Dios nunca desampara a los suyos. Ya decía el Papa Benedicto XVI “No hay grito humano que Dios no escuche”. No podemos desesperar o desesperanzarnos porque no vemos que las cosas van como nosotros queremos, confiar en el Señor quien nos dijo: “El Padre de ustedes, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pida” (Mt. 7, 11).

Quizás ese es nuestro problema no sabemos pedir cosas buenas, sino cosas que deseamos o queremos como caprichos, y muchas veces esas cosas no nos permiten ser felices ni mucho menos realizarnos, más aún nos deshumanizan, entonces Dios no permite que lleguen a nosotros. La confianza en la divina Providencia es dejar que Dios sea Dios, decida y nos dé lo que necesitamos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

La oración


P. Francisco Jordán, SDS


“Para poder orar y meditar bien, descienda a las profundidades de su nada y sea humilde.”

El P. Francisco, fundador de los Salvatorianos, oraba durante el día ocho horas, claro, no seguidas, de ratos en ratos durante el día. Fue un hombre de constante encuentro con el Señor de la vida. Él afirmaba que “la oración es el arma más poderosa”, y su vida demostró que así es. Pues aunque tuvo muchos contratiempos para fundar la Familia Salvatoriana, lo logró. Ni el dinero, ni lo material, ni el poder, ni las envidias, ni los tropiezos, ni los rechazos, en fin nada pudieron contra él y su proyecto religioso.

Un día escribió en su diario espiritual, para tener siempre presente, “cualesquiera que sean tus sufrimientos, aflicciones, preocupaciones, temores, humillaciones, etc. di siempre desde lo hondo de tu corazón: ‘¡Fíat voluntas tua!’ (Hágase tu voluntad)”. Esta entrega confiada sólo se logra con mucha, muchísima oración, con mucho encuentro en silencio a los pies del Señor.

Aprendamos esta gran virtud del Padre Francisco Jordán, orar siempre. Sin descanso y con mucha fe. Pero sobre todo bajando a nuestra nada y con humildad, pidiendo el auxilio del Espíritu Santo, quien viene siempre en nuestra ayuda, así lo dice San Pablo: “Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (Romanos 8, 26). 

viernes, 20 de septiembre de 2013

Conocer a Jesús


P. Francisco Jordán, SDS


“Nuestro principal estudio debe ser: meditar la vida de nuestro Señor Jesucristo Salvador del mundo”.


Si nos ponemos a pensar y revisar nuestros conocimientos sabemos mucho de grandes personajes del mundo que se dicen libertadores, conquistadores y demás de la humanidad, pero ¿cuánto conocemos del SALVADOR del mundo? ¿Qué tan grande es nuestro conocimiento de Jesús de Nazaret y de su proyecto redentor para el hombre?

El Padre Jordán era un hombre de prioridades. Y su primera prioridad era conocer a Jesús de Nazaret, su Salvador y Señor. Pero no como un objeto de la ciencia sino como el sujeto que se relaciona con el otro, por ello buscaba conocerle desde dos fuentes la piedad y la ciencia, la oración y la razón. Solía decirle a sus hijos espirituales “oren, oren mucho, aprovechen bien el tiempo y no actúen superficialmente en las ciencias. No lo olviden piedad y ciencia”. Luego para inculcarles la constancia les decía el dicho popular “la gota de agua cava la piedra, no por su fuerza sino por su continuidad”. Sin descanso orar y estudiar para conocer cada día más al Señor y Salvador Jesucristo.


Muchas veces nuestro pecado convive con nosotros por el escaso conocimiento que tenemos del Señor Jesús, busquémosle más sinceramente, busquemos un alimento espiritual más consistente en nuestra vida. Si queremos crecer espiritualmente y llegar a la santidad necesitamos adentrarnos al misterio de Jesucristo y solo lo logramos con una buena oración y con un bueno estudio bíblico y cristológico. Acojamos el consejo del Padre Francisco Jordán, un hombre de Dios. 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Ser religioso


P. Francisco Jordán, SDS


“El religioso debe ser: sencillo como un niño, sincero como un niño, humilde como un niño, modesto como un niño, obediente como un niño, fiel como un niño”.


El P. Francisco, fundador de los Salvatorianos, que siendo sacerdote diocesano, encontró en la vida consagrada religiosa la mejor manera de servir y crecer en el encuentro con Dios. Siempre con la idea de la necesidad de vivir este estilo de vida como lo niños. Como lo afirmaba Jesús, “En verdad les digo: si no cambian y no llegan hacer como niños, nunca entraran en el reino de los cielos” (Mt. 18, 3). Para el P. Francisco esa era la clave, ser como niños. Un buen religioso debe ser sencillo, sincero, humilde, modesto, obediente y fiel, como los niños.

Ahora bien, los religiosos no salen ni se forjan de la nada. Los religiosos surgen de las familias, donde aprenden a amar a Dios y se van encontrando con su llamada. Los religiosos son en un alto porcentaje lo que padres, hermanos y demás familiares le han transmitido. Así que, como familias debemos comprometernos a crecer en los valores que un religioso debe tener. Nadie sabe, más que Dios, en que casa, en qué familia hay un religioso, o religiosa o sacerdote. Es un llamado que se puede dar en cualquier momento de la vida. Este es el principal compromiso de toda familia cristiana, cultivar los valores que puedan forjar seguidores de Cristo Jesús.

En un segundo compromiso de toda familia cristiana, es la oración por todos las y los religiosos del mundo. Por quienes están en casas de clausura, en apostolados o en misión. La vida religiosa se alimenta espiritualmente también con la oración de toda la Iglesia. Oremos por los religiosos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Ser evangelizador


P. Francisco Jordán, SDS


“Sea su finalidad: anunciar el evangelio en todas partes y por todos los medios que la caridad de Cristo le inspire”.


El P. Francisco, fundador de los Salvatorianos, consideraba que todo bautizado tenía como misión anunciar el evangelio y más aún sembrar la semilla de Reino de Dios en todo tiempo, en todo lugar y en todo hombre. Por ello soñó en fundar una comunidad en la que participaran todos: laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, solteros y casados, profesionales y artesanos, varones y mujeres, en fin todos, cada uno desde su realidad, en un mismo espíritu.  Pero la Iglesia no le permitió llevar a feliz término ese sueño; un supervisor del vaticano llegó a afirmar que tal sueño “era un arca de Noé”. Pero nada le desanimó y acogiendo las recomendaciones de la Santa Madre Iglesia fundo dos comunidades religiosas de varones y de mujeres. Muchos años después surgió la comunidad laical. Las tres ramas en el espíritu del Divino Salvador.

El Padre Jordán escribió en su diario espiritual: “Sé un auténtico apóstol de Jesucristo y no descanses hasta que hayas llevado la palabra del Señor a todos los extremos de la tierra. ¡Sé un verdadero pregonero del Altísimo!


Este santo fundador nos debe interpelar a preguntarnos ¿qué acciones hago yo para cumplir con mi deber de evangelizar como bautizado? Todos debemos ser evangelizadores; claro está que antes debemos ser discípulos del Señor y se es discípulo desde dos dimensiones, desde la oración y la vida sacramental y desde  el aprendizaje de la vida cristiana. Por ello antes de hacernos la anterior pregunta debemos preguntarnos ¿Conozco yo al Señor Jesús, puedo ser su enviado para evangelizar porque ya he sido un buen discípulo? Muchas veces queremos enseñar o hablar de Jesús pero en verdad somos pobres espiritualmente.     

domingo, 8 de septiembre de 2013

FELICIDAD Y GOZO POR LA ETERNIDAD DE NUESTRO PADRE FRANCISCO JORDÁN SDS



Hoy, 8 de septiembre, día en el que recordamos el encuentro de nuestro Padre Fundador, con la Santísima Trinidad en la corte celestial, queremos saludarte y compartir nuestra alegría fraterna de ser Salvatorianos.

Al celebrar este encuentro eterno, nos alegramos y bendecimos a Dios por habernos regalado en la Iglesia el carisma, la espiritualidad y la misión Salvatoriana desde la persona del Padre Francisco. No solo celebramos este maravilloso encuentro sino que celebramos la presencia de nuestra Sociedad del Divino Salvador en el mundo que fue posible por la persistencia, la fidelidad, la confianza y el amor completo a Dios de nuestro Padre fundador.  

Y al celebrar, nos comprometemos a luchar y trabajar, sin descanso, para que esta extraordinaria herencia perdure, crezca y se fortalezca en la Iglesia. Siempre confiando en la intercesión y compañía de Nuestra Señora, de quien hoy celebramos su natividad, y a quien nuestro fundador le rendía gran devoción, sigamos su ejemplo y veneremos a la Santísima Virgen María con gran cariño.

Recibe un fraterno y cercano abrazo de hermandad salvatoriana, de quienes formamos la presencia Salvatoriana en el Ecuador.




FELIZ DÍA

miércoles, 29 de mayo de 2013

El Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo




Lucas 22:14-15.19-20 
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles  (15)  y les dijo: "Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer.  (19)  Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía."  (20)  Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: "Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes".



Uno de los grandes misterios de fe es el Cuerpo y la Sangre de Cristo en el pan y en el vino. Solo por fe, aceptamos esta herencia de Jesús y enseñanza de la Iglesia. No es que significa sino que es realmente el Cuerpo y la Sangre. Lo que acontece es que nuestros sentidos, ojos, olfato y tacto, se encuentran con lo que conocemos como pan y vino, pero nuestra fe se encuentra con la sustancia de Cuerpo y Sangre de Cristo.

Santo Tomás de Aquino, un gran predicador católico, solía decir: Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida. Y en esta homilía continuaba diciendo, No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Y tú ¿Vives y te alimentas con este manjar de salvación, siendo consiente que te alimenta para la vida eterna?