Misión significa “envío a una tarea determinada” y Jesús concebía su actividad como fruto de un envío por parte del Padre para anunciar el evangelio del Reino.
Jesús se encarna, se hace hombre y va al hombre con la función específica de mostrarle el valor que tiene, un ser humano, un hijo de Dios. Es por eso que podemos decir que “Jesús le revela el hombre al hombre”, le muestra que ser hombre está en función del reconocimiento de la presencia del otro, que me dice con su rostro, soy tu hermano, soy igual a ti, tengo la misma dignidad. Por eso, la encarnación del Hijo de Dios, es el acontecimiento por medio del cual nuestro Padre del Cielo nos manifiesta su deseo de compartir con nosotros la realidad de su ser y su gracia, y en el que nos abre el camino para descubrir cómo es y que desea para sus hijos.
Por lo cual, la misión del Hijo que se ha encarnado, Jesucristo, se revela con la entrega manifestada durante toda su vida, una vida entregada a los demás, de acogida e inclusión, de perdón y misericordia, de compasión y solidaridad, obediente a la voluntad del Padre y que ha sido capaz de entregar su vida a la muerte por amor a la humanidad, en cumplimiento del proyecto del Reino.
Jesús es el ser para los demás, y por tanto, el modelo de hombre, que siendo parte de una cultura, con las mismas necesidades y limitaciones nuestras, trabajando con manos de hombre, pensando como hombre , obrando y amando con voluntad de hombre, supo superar las diversas situaciones que se le presentan y fue capaz de irrumpir en la vida de sus contemporáneos y sigue irrumpiendo en las nuestras, para que seamos capaces de descubrir cuál es nuestra propia misión como verdaderos discípulos suyos que caminamos a la patria celestial, y que la vamos construyendo desde ya, con nuestras propias actitudes.
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