Objetivo:
Asimilar los sacramentos como
medios formativos en nuestra vida. Aceptando que ellos nos trasforma la vida,
nos encamina a la conversión y nos hace desear la vida eterna.
Desarrollo del encuentro:
Celebrar los sacramentos es
renovar la acción de Jesús entre los hombres, adelantar la vida eterna junto al
Padre y vivir el presente con la gracia del Espíritu Santo. Quién celebra los
sacramentos está lleno de la Santísima Trinidad. En los sacramentos nos
comunicamos con Dios y Él nos entrega su gracia.
Los
sacramentos, por ser realidad sobrenatural, necesitan, ante todo, la fe de
quienes lo celebran, de lo contrario no hay frutos sacramentales. En el sacramento
vemos símbolos que por la fe nos transportan a la acción sobrenatural de Dios
en el mundo. Es decir, vemos agua pero es la purificación de Dios.
De
esta manera aquella purificación de Jesucristo en el mundo, a muchas personas y
grupos, se renueva en los creyentes de nuestro tiempo, anticipándonos, por la
acción del Espíritu Santo, a la purificación que se vive eternamente junto al
Padre. Por eso Leonardo Boff enfatizaba
en decir que “El sacramento es, por
esencia, evocación de un pasado y de un futuro, vividos en un presente.”[1].
Así descubrimos la misma esencia que contiene la
sola palabra SACRAMENTO, que es:
sacra = “hacer santo”
mento = “medio para”
Los creyentes no estamos celebrando un rito del
pasado o muerto, celebramos una renovación y de vivos, porque Dios es la vida
plena. El Hijo vino al mundo para que todos tuviéramos vida en abundancia (Juan
10, 10). Él nos entregó los sacramentos como camino de vida y santidad. Y no
hay que asustarse por la santidad, ella llega con la gracia sacramental y “la gracia no destruye la naturaleza humana,
sino que la perfecciona”[2].
No se puede olvidar que, para que la gracia
perfeccione es fundamental la fe del creyente que se abre al compromiso que
impulsa el sacramento. De lo contrario se convierte en una acción de costumbre
familiar o lo que es peor en un ritualismo dejando de ser sacramento.
Los sacramentos son acciones de Jesucristo
(Hebreos 7-8) que celebra su Cuerpo (Romanos12, 4-5; Efesios 5, 23) que es la
Iglesia, dándonos la gracia (Juan 1, 16-17) e impulsándonos a la acción
sacramental (Hechos 6, 8; 15, 11).
La gracia de Dios es una, pero se nos da
pedagógicamente y procesualmente, en cada sacramento nos enriquecemos a lo
largo de nuestros días con la presencia santificante de Dios, por eso bien
decimos que los sacramentos son el cairos (kairos) de Dios en nuestro cronos (kronos).
De los siete sacramentos (Bautismo, Reconciliación, Eucaristía, Confirmación,
Orden, Matrimonio y Unción) tres imprimen carácter: Bautismo, Confirmación y Orden.
Estos tres sacramentos dejan visualizar la nueva alianza. Que fue sellada por
Jesús el Cristo. Esta alianza es la Iglesia, un nuevo pueblo que continúa
trasmitiendo la misión y vida de Jesús de Nazaret, él es la cabeza perfecta de
un cuerpo “enclenque” formado por todos los bautizados. Quien celebra los sacramentos
manifiesta su deseo de aceptar a Jesús y quien lo acepta quiere vivir su
evangelio.
Enseñanza del encuentro:
Ø Celebrar
los sacramentos es renovar la acción salvadora de la Santísima Trinidad en la
historia de los hombres. Impulsándonos a la acción redentora en el tiempo y el
espacio en el que nos encontramos.
Ø Los
sacramentos nos permiten exteriorizar la relación que tenemos con Dios. “Entonces lo efímero se tras-figura en signo
de la presencia de lo permanente; lo temporal en símbolo de la realidad de lo
Eterno; el mundo en gran sacramento de Dios.”[3]
Ø El
presidente de la celebración de los sacramentos es Jesús el Cristo, Sumo y
Eterno Sacerdote, quien da la gracia, Él se une con la Iglesia, el nuevo pueblo
de la alianza, formando una sola realidad.