Un privilegio maravilloso disfrutado por los hijos de Dios es la oración... Por medio de la oración podemos recibir misericordia y gracia para ayudar en tiempos de necesidad – Heb 4:14-16, Por medio de la oración podemos encontrar la paz que guarda nuestros corazones y mentes – Fil 4:6-7
Pero… ¿Cuál es la oración que agrada a Dios?
LA ORACION OFRECIDA “PARA SER VISTO POR DIOS,” NO POR LOS HOMBRES... Esta es la idea principal de “la oración en secreto” – Mt 6:6, “El adorador sincero y humilde, alguien que no está interesado en hacer una oración pública por el amor de Dios o realzando su prestigio, encontrará el rincón o el lugar apropiado para sus devociones.”
LA ORACION QUE ES OFRECIDA “PARA SER OÍDA POR DIOS,” Evitando el uso de “vanas repeticiones” – Mt 6:7 Puesto que nuestro Padre conoce las cosas que necesitamos antes que se las pidamos,” nuestras oraciones no tienen que ser llenadas con palabras superfluas ¿Hemos notado siempre la brevedad de las oraciones registradas en las Escrituras? ¡Dios no se inclina por la cantidad de las palabras, sino por la calidad de los corazones!
Finalmente en la Escritura encontramos pasajes donde la Oración no solo es petición sino alabanza por paso de Dios en la vida del hombre salvándolo, es el caso del ciego de Jericó, al ser curado, dice el Evangelio, iba “alabando a Dios. Y toda la gente que lo vio también alababa a Dios” (Lc 13, 43). El tullido, curado por Pedro y Juan, en el atrio del Templo, entró “andando, saltando y ALABANDO a Dios”. Tanto el ciego como el tullido habían experimentado la salvación de Dios y, por eso, no terminaban de alabar al Señor, y su alabanza inducía a los demás a unirse a su oración de gratitud a Dios.
La esencia de la oración de alabanza estriba en la experiencia de la salvación de Dios, de sus beneficios, de su misericordia, de su salvación. El cristiano, que ha sido salvado, que ha recibido innumerables dones de Dios, que ha sido múltiples veces perdonado y sanado debe sentir la necesidad de alabar a Dios.
En esencia nuestra oración nos debe sacar de nuestro egoísmos para proclamar la grandeza de Dios en nuestra vida, que parte de dejar a Dios ser Dios en nosotros, es por eso que cuando Dios está no sólo en la mente, sino sobre todo en el corazón, no queda otro camino que tener la boca “llena de alabanzas a Dios en todo momento”.