Mateo 18: 15 - 20 | |
15 | «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. |
16 | Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. |
17 | Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. |
18 | «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. |
19 | «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. |
20 | Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» |
El evangelio de este domingo nos lleva a una revisión personal y comunitaria, nos da el espacio para que nosotros reconozcamos los momentos en los que hemos faltado a la caridad, personal o comunitariamente. No corregir adecuadamente puede causar un gran daño a la persona que se corrige.
Jesús nos da una pedagogía de la corrección que no deberíamos olvidar nunca: primero hacer una corrección personal, si fuera necesario, porque no ha comprendido la corrección, llamar a un testigo, pero si ni así vemos el cambio hay que hacer una corrección comunitaria. Por último, cuando ya hemos realizado el proceso pedagógico, y no ha cambiado de actitud, debemos sentirnos por satisfecho en nuestra corrección, pero respetar la libertad del otro.
Lo importante de este proceso pedagógico es la forma como lo realizamos pues “¡Qué diferente un llamado de atención es cuando nos corrigen sin avergonzarnos, cuando nos hacen ver nuestros defectos sin publicarlos, cuando una comunidad: familia, trabajo, Iglesia, da pasos concretos para salvarnos del peligro o del error!” Por ello hermanos y hermanas estemos atentos a ofrecer, en esta semana, palabras acertadas y oportunas.
La otra enseñanza que nos deja el evangelio de hoy es reconocer a la Iglesia como lugar teológico en el que Dios ha depositado su gracia para ser entregada a los hombres, a todo Cristiano. Valorar el sacramento de la reconciliación que nos ofrece la Iglesia con sus ministros consagrados es deber de cada cristiano. Por lo menos tres veces al año acercarnos a la confesión, o en pecado grave. Hermano, hermana el perdón es un regalo de Dios y de la humanidad, sé fuente y recipiente del perdón.