S. S. Francisco I
Jorge Marío Bergoglio nunca se imaginó que a sus 76
años de historia todo cambiaría por designio divino. Dios ahora le ha entregado
la misión que un día había dado a Pedro (Mt. 16, 18). Ahora, al igual que a
Pedro, Dios le ha cambiado el nombre, será llamado Francisco I. Continuará haciendo
una historia eclesial, como lo venía haciendo desde sus 33 años, cuando fue
ordenado Sacerdote en la Iglesia Católica. Desde el 13 de marzo el mundo lo
reconocerá como la voz que grita en el desierto, como el pastor que guía el
rebaño, como el sumo pontífice que nos habla de Dios y le habla a Dios de
nosotros.
Francisco I es la nueva elección de Dios para guiar la
Iglesia. Por ello es bueno recordar las palabras del Papa Benedicto XVI en su
despedida, para acercarnos al misterio de la Iglesia:
“Pero siempre he
sabido que en aquella barca está el Señor y siempre he sabido que la barca de
la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja hundirse; es
Él quien la conduce ciertamente también a través de hombres que ha elegido, porque
así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede ofuscar. Y es
por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios porque no ha
dejado nunca que le falte a la Iglesia y también a mí su consuelo, su luz y su
amor.”
Esta nueva elección del Romano Pontífice es motivo de
gratitud con Dios y de entrar en oración por el Papa Francisco I, así como él
en su humildad lo pidió:
“Recemos siempre unos por los otros, recemos por todo
el mundo, para que haya una gran fraternidad (…). Quisiera darles la bendición,
pero antes pido un favor. Antes que el Obispo bendiga al pueblo, pido para que
Dios bendiga a su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes para mí”