El evangelista Mateo pone en palabras de Jesús un interrogante muy profundo para nuestra existencia humana: “Pues ¿de qué le servirá al hombre ganarse el mundo entero si arruina su vida?” (Mateo 16, 26). Este interrogante es profundo porque cada día y en cada momento la publicidad nos está invitando a ganarnos el mundo siendo dueños de cuánta novedad va saliendo. Toda propaganda nos promete que la felicidad y la vida verdadera están en tener el nuevo aparato electrónico, el nuevo auto, la nueva tecnología o cualquier otra novedad.
Y ante la variedad de propuestas de consumo nos encontramos con la pregunta de Jesús ¿De qué te sirve tener todo eso, si arruinas tu vida?, e inmediatamente podríamos preguntarnos ¿qué es la vida entonces; si no es la satisfacción que nos produce lo que logramos comprar o adquirir. Si no es la comodidad que nos da las nuevas tecnologías. Si no es el lugar que logramos alcanzar cuando somos dueños de algo nuevo; qué es la vida?
La vida es el encuentro con Jesús de Nazaret, con el Dios-Hombre, con aquel que recorrió por los caminos polvorientos de Palestina, quien predicó la verdad y vivió en obediencia. La vida se da en el encuentro con la Persona de Jesús. Por ello quien se encuentra con él lo comparte con sus amigos: “«Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.». Le respondió Natanael: « ¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»” (Juan 1, 45-46).
El encuentro con Jesús interpela nuestro modo de vivir, cuestiona nuestras preferencias y nos educa para vivir mejor. Su voz siempre nos anima e ilumina: “Estén atentos y cuídense de cualquier codicia, por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes.” (Lucas 12, 15).
De esta manera, al ser él la vida, estamos llamados a escuchar su voz que buscará siempre nuestra felicidad y nuestra realización. Jesús, que es el Dios-Hombre, “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo uno de nosotros”, y siendo uno de nosotros sabe y entiende de nuestras necesidades humanas. Lo maravilloso de escucharle y acoger sus enseñanzas es que su sabiduría es divina, y esa sabiduría nunca se equivoca.
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