La llegada de un año nuevo nos trae sentimientos encontrados. De una parte sentimos la ausencia de seres queridos con quienes quisieramos compartir la noche del 31 y el 1. Podemos tener sentimientos de nostalgia, de frustración, de buenos propósitos y vivir desde la fe un momento de gracia y de evaluación que el Señor nos regala.
Desde la realidad tanto el 31 como el 1 son días como cualquier otro día del año. Pero la manera como queramos vivirlos dependerá de la intención que tengamos de darles sentido religioso desde la evaluación agradecida del tiempo que el Señor nos ha regalado para evaluar y redireccionar la vida, reconociendo tanto lo bueno como lo malo para alegrarnos de lo uno y arrepentirnos de lo otro.
También en lo social es un tiempo que tenemos que celebrar desde la alegría, del encuentro de la cena familiar con buen humor y sana diversión. Hay quienes viven solo estas fechas desde lo folclórico quedandose solo en rituales seudomagicos de buena suerte y horoscopos que definen, segùn ellos, el destino fatal de cada uno.
Nosotros entramos con confianza en esta nueva oportunidad, de un año nuevo de la mano de la Madre de Dios, en su fiesta del 1 de enero, con la certeza de que Jesús estará siempre con nosotros todos los días.
Emilio Obando SDS
Párroco San Pedro de Cumbayá