Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza. (…) Y creó Dios al hombre a
su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó”. (Génesis 1, 26-27). Así descubrimos que la dignidad
de la mujer, como la del varón, es propia de su naturaleza, por ser creación de
Dios a su imagen y semejanza. “La humanidad es descrita aquí como
enunciada, desde su primer origen, en la relación de lo masculino con lo
femenino.”[1]
No existe diferencia de dignidad sino una relación de complementariedad. Dios
nos ha creado y nos ha dejado participar de su imagen y semejanza tanto a varones como a mujeres. Tal
complementariedad la podemos comprender claramente, cuando el libro del Génesis
nos afirma que Dios creó a la mujer como respuesta al sentimiento de soledad
del varón: “El hombre no se encontró con
ninguna ayuda adecuada” (Génesis 2,20). Así Dios responde generosamente a la soledad
del varón con la presencia de la mujer, pues “Es necesario que entre en relación con otro
ser que se halle a su nivel. Solamente la mujer, creada de su misma «carne» y
envuelta por su mismo misterio, ofrece a la vida del varón un porvenir”[2].
Tal regalo de igualdad entregado al pueblo de Israel,
para toda la humanidad, es ratificado por Jesucristo y proclamado por San
Pablo, cuando afirma que “Todos los
bautizados en Cristo han sido revestidos de Cristo: ya no hay (…) ni hombre ni
mujer” (Génesis 3, 27-28). Enseñándonos
así que quien ha sido bautizado en la Verdad de Dios debe superar cualquier
rivalidad, enemistad o violencia de sexo, pues todos somos iguales.
Los cristianos estamos llamados a buscar cada
día vivir en condiciones de igualdad, en la diferencia de los roles sexuales,
sin buscar activismos feministas o machistas, sin encasillar a la mujer a la
maternidad como único fin de realización femenina o llegar al otro extremo de
imponerle un rol social que quizá ella no desea desempeñar. La verdadera
complementariedad se da cuando las personas se sienten libres y respaldad por
los suyos en los actos que hace a la luz de la única Verdad: Jesús.
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