Juan 3: 16 - 18 | |
16 | Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. |
17 | Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. |
18 | El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. |
La Santísima Trinidad, el gran misterio de nuestra fe y la gran realidad que nos une con nuestros hermanos cristianos protestantes; el Padre, Hijo, Espíritu Santo, es lo que profesamos, en lo que creemos: el Padre que ha creado, el Hijo que nos ha salvado, el Santo Espíritu que sigue salvándonos con su luz. Dios Padre nos entrega su único Hijo, Dios Hijo aceptando se encarna en la realidad del hombre, Dios Espíritu fruto del amor entre el Padre y el Hijo, continúa la misión divina de santificar, siendo nuestro motor que inspira e impulsa; Tres personas distintas pero un sólo Dios verdadero, como reza nuestra fe.
Difícil de comprender, difícil de explicar, pero todos nosotros dispuestos a dejarnos amar e invitados a aceptar su acción en nuestra mente y corazón, en nuestra vida.
Es por el amor que nos tiene la Santísima Trinidad, que ha querido compartir su existencia con cada uno de los seres humanos, haciéndose hombre – ser humano – como nosotros, para enseñarnos lo que significa ser verdaderamente -humanos- capaces de cumplir la voluntad del Padre.
Manifestada en el amor a Dios y al prójimo, revelado en la misma vida del Hijo que siendo Dios se ha dado a nosotros para vivir con todas nuestras limitaciones, mostrándonos que la presencia del amor del Padre es la que nos permite e impulsa a descubrir el Amor Trinitario manifestado en el Amor que el Padre, Hijo y Espíritu Santo revelan como infinita comunidad de Amor.
La Santísima Trinidad, nos revela eso, que son una infinita comunidad de Amor en la que todo lo que somos y recibimos para nuestro bien, es obra del Amor de Dios que es Padre, Hijo, Espíritu, actuando en infinita unidad en nuestra vida.
Queridos hermanos y hermanas, profesar la Santísima Trinidad es ya profesar el Amor, que es la fuerza más poderosa; por esto, recordemos que Dios es Amor, y si es amor, estamos llamados a amar en cualquier situación, en cualquier circunstancia y a cualquier persona, a cualquier hermano, pues ya nos lo recuerda Juan en su evangelio: “tanto nos ama Dios, que nos da a su propio Hijo, para que sepamos lo que es y quien es el Amor, además, “decir que amamos a Dios y no nos amamos los unos a los otros, significa ser grandes mentirosos”
Que el Divino Salvador, Dios hecho hombre, sea nuestro camino, verdad y vida, para seguir descubriendo la verdad de la Santísima Trinidad.
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